¿Por qué las ballenas y los delfines pueden beber agua de mar y los humanos no?
Beber agua de mar puede ser letal, especialmente para los náufragos, ya que, en lugar de hidratar, provoca una rápida deshidratación debido a su alta concentración de sal.
CIUDAD DE MÉXICO.- Estar rodeado de agua y no poder beberla es una de las peores pesadillas para un náufrago. Aunque la sed pueda ser desesperante, caer en la tentación de beber agua de mar podría ser un error fatal. Lejos de hidratar, el agua salada provoca una rápida deshidratación. Este hecho, bien conocido en el mundo marítimo, se debe a la composición química del agua de mar, que contiene una alta concentración de sal, especialmente cloruro de sodio.
El cuerpo humano, compuesto en gran parte por agua, necesita mantener un equilibrio hídrico para sobrevivir. La piel actúa como una barrera que evita la pérdida de agua, pero esta protección no es total. Diariamente, perdemos líquidos a través de la respiración, el sudor y la orina. Para reponer esta pérdida, el cuerpo activa mecanismos de alerta, como la sensación de sed, que nos impulsa a buscar agua potable.
Sin embargo, si se ingiere agua de mar, el intestino la absorbe junto con su carga de sales, lo que genera un desequilibrio osmótico. Los riñones intentan compensar eliminando el exceso de sodio mediante la orina, pero aquí surge un problema: para eliminar la sal de un litro de agua de mar se requieren dos litros de orina. Esto significa que, en lugar de hidratarse, la persona se deshidrata aún más.
El impacto en el organismo
Cuando el cuerpo pierde agua, la volemia (volumen de sangre en el cuerpo) se reduce, provocando una disminución en la presión arterial. Este cambio es detectado por sensores internos, los barorreceptores, que activan el sistema renina-angiotensina, responsable de generar la sensación de sed. Beber agua dulce restaura el equilibrio, pero el agua de mar agrava la situación.
Además del cloruro de sodio, el agua de mar contiene sulfato de magnesio, un compuesto que impide la absorción de agua en el intestino y provoca diarrea. Esta pérdida de líquidos agudiza la deshidratación, creando un círculo vicioso. En este contexto, el náufrago no solo se enfrenta a la sed, sino también a la posibilidad de sufrir colapso circulatorio, insuficiencia renal y, en casos extremos, la muerte.
Estrategias de supervivencia en el mundo animal
Mientras los humanos no pueden consumir agua de mar, algunas especies marinas han desarrollado estrategias evolutivas para sobrevivir en este entorno. Los peces óseos, por ejemplo, eliminan el exceso de sal a través de sus branquias, mientras que los tiburones utilizan una glándula rectal especializada. En las tortugas marinas, las glándulas de sal están situadas en las órbitas oculares, lo que les permite expulsar el exceso de sodio a través de sus lágrimas.
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Los mamíferos marinos, como ballenas, delfines y focas, han desarrollado una estrategia completamente diferente. En lugar de beber agua de mar, obtienen el agua necesaria de los tejidos de sus presas y de la “agua metabólica” generada en la respiración celular. Esta agua se produce cuando los nutrientes de la presa son descompuestos en las mitocondrias de sus células, liberando hidrógeno que, al combinarse con oxígeno, forma agua.
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