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¿El dolor crónico podría tener una conexión con emociones no expresadas?

El dolor crónico afecta a millones de personas en todo el mundo y está estrechamente relacionado con las emociones no expresadas.

¿El dolor crónico podría tener una conexión con emociones no expresadas?

CIUDAD DE MÉXICO.- El dolor crónico es un padecimiento que afecta a millones de personas en todo el mundo, representando una carga tanto física como emocional. Se estima que más de un 20% de la población global vive con dolor crónico, causado por diversas condiciones médicas, desde enfermedades autoinmunes como el lupus o la fibromialgia, hasta lesiones mal tratadas o problemas en el sistema nervioso. Sin embargo, estudios recientes revelan una conexión estrecha entre el dolor físico y las emociones no expresadas, sugiriendo que la gestión emocional puede jugar un papel crucial en el manejo del dolor crónico.

Esta relación no es nueva en la psicología, ya que desde hace años se investiga cómo las emociones reprimidas afectan el bienestar físico. Las emociones intensas como la tristeza, la ira o el miedo, cuando no se expresan de manera adecuada, pueden generar síntomas físicos, como el dolor. Las emociones no gestionadas se transforman en tensiones musculares o en un aumento de la inflamación, amplificando la percepción del dolor. De esta forma, el cuerpo no solo siente el dolor físico, sino que lo interpreta y lo incrementa debido al estrés acumulado.

El Estrés y el Ciclo del Dolor

El estrés es un factor clave en la intensificación del dolor crónico. Cuando las emociones no se procesan correctamente, el cuerpo entra en un estado constante de “alerta”. Esta activación prolongada del sistema nervioso simpático, encargado de la respuesta de lucha o huida, genera la liberación continua de cortisol, la hormona del estrés. A su vez, esta sobrecarga de cortisol promueve la inflamación, un factor esencial en la aparición y el agravamiento del dolor crónico. El ciclo se retroalimenta, ya que el dolor físico también genera más estrés, incrementando aún más la inflamación y perpetuando la sensación de sufrimiento.

El impacto de este ciclo se observa en diversas condiciones médicas, como artritis, migrañas o enfermedades autoinmunes, donde el aumento de la inflamación empeora los síntomas. A nivel cerebral, la neuroplasticidad juega un papel importante: el cerebro puede “aprender” a percibir el dolor de forma más intensa debido a la exposición constante al estrés emocional. Así, el dolor se convierte en una parte integrada de la vida cotidiana, incluso cuando ya no hay una lesión física que lo justifique.

Liberando las Emociones Atrapadas

Aunque parece difícil romper este ciclo, existen diversas estrategias que pueden ayudar a liberar las emociones atrapadas y reducir la intensidad del dolor. La terapia cognitivo-conductual es una de las más efectivas, ya que permite identificar patrones de pensamiento negativos y emociones no expresadas que contribuyen al dolor. Mediante técnicas de reestructuración cognitiva, las personas pueden aprender a gestionar mejor sus emociones, lo que a su vez puede aliviar el sufrimiento físico.

El mindfulness y la meditación también son herramientas valiosas en este proceso. Estas prácticas ayudan a las personas a conectar con el presente y a procesar las emociones de manera consciente, sin reprimirlas. Al reducir los niveles de estrés, estas técnicas tienen un impacto directo en la percepción del dolor, favoreciendo un estado de calma que ayuda a la persona a sobrellevar mejor las molestias físicas.

El ejercicio moderado es otro recurso poderoso para combatir el dolor crónico. Aunque parezca contradictorio, el movimiento físico puede liberar endorfinas, las cuales actúan como analgésicos naturales. Actividades como yoga o tai chi, que combinan movimiento con atención plena, no solo reducen la tensión física, sino que también ayudan a equilibrar las emociones reprimidas, contribuyendo al bienestar integral de la persona.

El Arte como Vía de Expresión

Para quienes encuentran difícil expresar sus emociones a través de palabras, el arte ofrece una vía alternativa. La pintura, la música, la escritura o cualquier otra actividad creativa permiten canalizar las emociones no gestionadas de una manera más fluida. Muchas personas que sufren de dolor crónico encuentran alivio en el arte, ya que esta forma de expresión les permite liberar una parte de la carga emocional que podría estar contribuyendo a la intensificación de su dolor físico.

El acto de crear puede ser terapéutico, ya que permite tomar control sobre las emociones y darle un espacio para que se liberen. Además, el arte ofrece una forma de comunicarse con uno mismo y con los demás, haciendo visible lo que muchas veces resulta difícil de expresar verbalmente.

La Importancia de Pedir Ayuda

Uno de los mayores desafíos para quienes padecen dolor crónico es el estigma social. Muchas veces, las personas sienten que su sufrimiento no es comprendido o que deberían ser capaces de “superarlo” solas. Sin embargo, es fundamental entender que el dolor crónico no es solo físico, sino también emocional, y pedir ayuda es esencial para su manejo. Hablar sobre las emociones y el dolor puede marcar una diferencia significativa en la experiencia de quienes lo padecen.

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La conexión entre mente y cuerpo es real, y reconocerla puede ser el primer paso para romper el ciclo de dolor crónico. A veces, es necesario detenerse y reflexionar sobre lo que sentimos para empezar a sanar. Buscar apoyo, ya sea profesional o a través de seres cercanos, puede facilitar este proceso y mejorar significativamente la calidad de vida de quienes enfrentan esta difícil condición.

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