El reto de cultivar papas en el desierto: Una hazaña agrícola en Egipto

El cultivo de papas en el desierto es, a primera vista, una tarea casi imposible. Con temperaturas que pueden superar los 45°C y un clima árido que carece de lluvias regulares, las condiciones parecen ser un desafío insuperable para cualquier cultivo. Sin embargo, Egipto, un país que enfrenta estas duras condiciones, produce más de 2.5 millones de toneladas de papas al año, demostrando que con la tecnología adecuada y una gestión inteligente de recursos, es posible convertir el desierto en un campo agrícola próspero.

El desafío del agua

Las papas, como todos sabemos, son cultivos sedientos. Para producir un kilogramo de papas, se requieren 500 litros de agua, una cifra impresionante cuando se considera la escasez de este recurso en las regiones desérticas. Para sortear este obstáculo, los agricultores egipcios como Hesham Khalifa han desarrollado soluciones ingeniosas. A través de grandes sistemas de riego, con aspersores suspendidos de pivotes rotatorios, se distribuye agua y fertilizante en los campos, lo que permite que las plantas crezcan a pesar de la falta de nutrientes en la arena del desierto.

El recurso más valioso: el agua subterránea

Uno de los principales desafíos que enfrenta Hesham es el acceso al agua, ya que no puede depender de las lluvias. Por ello, la solución radica en aprovechar el agua subterránea, extraída de un sistema acuífero que se encuentra a 350 metros de profundidad. Este acuífero, que se formó hace más de un millón de años, es uno de los más grandes del mundo, pero su agua no es renovable, lo que plantea un problema para las generaciones futuras.

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Afortunadamente, no todos los campos de Egipto dependen de este recurso subterráneo. Algunos están cerca de los canales de irrigación del río Nilo, lo que les proporciona acceso a agua más fácilmente disponible.

Exportación y calidad

La producción de papas en Egipto no solo abastece el mercado local, sino que también coloca al país como uno de los principales exportadores de este tubérculo a regiones como el Medio Oriente, la Unión Europea y Rusia. Aunque las papas no son nativas de Egipto, los agricultores importan semillas de las variedades más resistentes y de mayor rendimiento, principalmente de Escocia, para asegurar cultivos de alta calidad.

Una vez cosechadas, las papas son procesadas y empaquetadas para su exportación. Para evitar que se dañen durante el transporte, se almacenan con musgo irlandés, un material que ayuda a mantener la humedad y a prevenir el daño por golpes. A pesar de que este musgo es importado desde Irlanda, algunos críticos señalan que su uso no es sostenible debido a la lentitud con la que se renueva este recurso.

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El cultivo de papas en el desierto de Egipto es un ejemplo claro de cómo la ingeniería y la agricultura moderna pueden superar las barreras que la naturaleza impone. Aunque el uso de recursos no renovables plantea inquietudes para el futuro, en la actualidad, el país ha logrado transformar su árido paisaje en un lugar productivo, satisfaciendo tanto la demanda local como la internacional. Sin duda, este modelo de cultivo es un testimonio del ingenio humano y la resiliencia frente a los desafíos ambientales.

Con información de BBC Earth Science.