Leer transforma tu cerebro y podría salvar la humanidad

La lectura recreativa está en declive. En México, el promedio de lectura en 2024 es de 3.2 libros al año, lo que representa un leve aumento respecto a 2023, pero una caída significativa si se compara con 2015, cuando el porcentaje de lectores era del 84.2%. Actualmente, solo el 69.6% de la población afirma leer algún material, incluyendo libros, revistas, periódicos, historietas y páginas web. Este fenómeno plantea preguntas intrigantes: ¿qué implicaciones tiene esta tendencia para nuestro cerebro y nuestra evolución como especie? Una investigación reciente publicada en Neuroimage revela que las personas con habilidades lectoras destacadas tienen diferencias anatómicas en el cerebro.

El cerebro de un buen lector

El estudio analizó datos de más de mil personas y encontró que dos áreas clave del hemisferio izquierdo del cerebro, esenciales para el lenguaje, presentan características particulares en buenos lectores:

1. El lóbulo temporal anterior: Asociado con la categorización de información significativa. Este proceso permite integrar información visual, sensorial y motora para comprender conceptos simples, como “pierna”.
2. La circunvolución de Heschl: Parte del lóbulo temporal superior, donde se encuentra la corteza auditiva. Aunque podría parecer que la lectura es una habilidad principalmente visual, la conexión entre sonidos y letras es fundamental, especialmente durante el aprendizaje infantil.

La relación entre el grosor y la extensión de estas áreas cerebrales varía según la habilidad lectora:

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• En buenos lectores, el lóbulo temporal anterior es más grueso, lo que permite integrar información de manera más compleja.
• La circunvolución de Heschl, en cambio, muestra un grosor menor pero una mayor extensión, favoreciendo la velocidad de procesamiento necesaria para distinguir sonidos en palabras.

El grosor y la extensión de estas áreas dependen, en parte, de la mielina, una sustancia grasa que mejora la comunicación neuronal. Una mayor mielinización permite procesar la información lingüística con mayor rapidez y precisión.

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La lectura como transformación cerebral

Un hallazgo alentador es que el cerebro es maleable. Actividades como aprender un idioma o leer con frecuencia pueden modificar la estructura de estas regiones. Por ejemplo, adultos jóvenes que estudiaron intensamente idiomas incrementaron el grosor cortical en áreas relacionadas con el lenguaje. Esto sugiere que la lectura no solo refleja las capacidades del cerebro, sino que también las moldea.

Con información de PsyPost.