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Cómo la tecnología está cambiando nuestra capacidad de orientarnos y conectar con el mundo

Desde el lanzamiento de Google Maps en 2005 y el iPhone 3G en 2008, el uso de herramientas digitales ha disminuido la necesidad de ejercitar habilidades espaciales.

Cómo la tecnología está cambiando nuestra capacidad de orientarnos y conectar con el mundo

Estudios recientes muestran que esta dependencia tecnológica podría estar afectando tanto nuestras capacidades cognitivas como nuestra conexión con el entorno. ¿Qué significa estar “desorientado” en la actualidad? ¿Y cómo podemos redescubrir nuestra brújula interna para mejorar nuestra salud mental y física?

El impacto del entorno digital en el cerebro humano

El hipocampo, esa pequeña región del cerebro con forma de caballito de mar, es crucial para nuestra orientación espacial y memoria. Investigaciones realizadas por neurocientíficos en la University College London revelaron que los taxistas de Londres, famosos por memorizar las calles en “The Knowledge”, desarrollan hipocampos más grandes durante su vida laboral, pero estos se encogen significativamente tras jubilarse.

Para las generaciones más jóvenes, que crecen con mapas digitales al alcance de la mano, la situación es aún más preocupante. Desde el lanzamiento de Google Maps en 2005 y el iPhone 3G en 2008, el uso de herramientas digitales ha disminuido la necesidad de ejercitar habilidades espaciales. Esto no solo reduce el desarrollo del hipocampo, sino que también aumenta problemas de salud mental relacionados con la orientación.

Históricamente, las sociedades utilizaban la naturaleza como guía: el sol, las estrellas y los vientos marcaban los puntos cardinales y servían para orientarse. Sin embargo, hoy, los niños pasan menos tiempo al aire libre que los presos en cárceles, y esta falta de conexión con la naturaleza ha derivado en un aumento del 50% en la agorafobia infantil y un fenómeno conocido como “biofobia”, un miedo o rechazo hacia el entorno natural.

Además, el hecho de seguir la “mancha azul” en nuestras pantallas, en lugar de usar mapas físicos o brújulas, no solo nos desorienta físicamente, sino que también genera una percepción fragmentada y artificial del espacio, lo que podría contribuir a una sensación de desconexión existencial.

El concepto de “norte” como punto cardinal principal no siempre fue universal. Durante siglos, las culturas orientaron sus mapas de acuerdo con sus creencias y necesidades. En Europa medieval, el este, asociado con la salida del sol y la creación divina, dominaba la parte superior de los mapas. En el mundo islámico, el sur era el punto de referencia, ya que las comunidades al norte de La Meca orientaban sus mapas hacia esta ciudad sagrada.

Sin embargo, la imposición del norte como dirección principal surgió en la era de los imperios europeos, cuando los navegantes necesitaban mapas consistentes para sus rutas marítimas. Este cambio, consolidado por el cartógrafo Gerardus Mercator en 1569, no solo facilitó la navegación, sino que también reflejó la dominación política e ideológica del hemisferio norte sobre el resto del mundo.

Aunque la tecnología ha transformado la forma en que nos orientamos, existen maneras de recuperar nuestra conexión con el entorno natural y, al mismo tiempo, mejorar nuestro bienestar:

  1. Usar una brújula o mapa físico: Explorar el mundo con estas herramientas refuerza nuestra memoria espacial y nos obliga a interactuar con el entorno.
  2. Observar la naturaleza: Reconocer el movimiento del sol o sentir la dirección del viento puede ayudarnos a reconectar con los elementos y desarrollar una mayor consciencia del espacio.
  3. Perderse deliberadamente: Apagar el GPS y explorar nuevos lugares puede ser una experiencia liberadora que agudice nuestros sentidos y nos devuelva la emoción de la aventura.

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La orientación no solo nos conecta con el espacio, sino también con nuestra identidad y bienestar. Al redescubrir métodos tradicionales para orientarnos, no solo fortaleceremos nuestras habilidades cognitivas, sino que también recuperaremos una conexión esencial con el mundo natural, aprendiendo a ser, literalmente, parte de algo más grande que nosotros mismos.

¿Listo para perderte y encontrarte nuevamente?

Con información de The Guardian.

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