¿Por qué nos atrae la idea de volver con un ex? Esto dice la neurociencia
Hormonas como la oxitocina y la dopamina refuerzan la conexión emocional, dejando una huella en el cerebro que puede durar años.
CIUDAD DE MÉXICO.- Es normal sentir algo por una expareja incluso después de mucho tiempo. No siempre es amor o deseo de volver, sino una reacción natural del cerebro. La ciencia ha estudiado este fenómeno y ha encontrado que el apego neurológico en las relaciones amorosas es similar al que se da entre un bebé y su madre.
Las hormonas oxitocina y vasopresina juegan un papel clave en la sensación de cercanía en ambos casos. Estas sustancias refuerzan el vínculo emocional y facilitan la creación de recuerdos afectivos. Por eso, aunque la relación haya terminado, el cerebro sigue asociando a esa persona con momentos de felicidad y seguridad.
La química del amor en el cerebro
El cerebro experimenta un proceso específico cuando se trata de relaciones románticas. La dopamina impulsa a repetir experiencias placenteras, los opiáceos naturales codifican esos recuerdos y la oxitocina actúa como un pegamento emocional. Todo esto deja una huella neuronal que puede permanecer activa por años.
El profesor Larry Young, de la Universidad Emory, explica que la oxitocina amplifica los estímulos sensoriales asociados a la pareja, como su olor o voz, lo que refuerza la conexión emocional. Un estudio de 2015 mostró que incluso en animales promiscuos, como las ratas, el primer compañero con el que experimentaron placer seguía siendo una opción preferida.
Recuerdos que perduran
Helen Fisher, del Instituto Kinsey, señala que el cerebro tiende a olvidar los aspectos negativos de una relación y centrarse en los positivos. Esto sucede porque se crean patrones neuronales que pueden permanecer activos incluso después de iniciar una nueva relación.
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Justin García, experto en biología del comportamiento, compara este fenómeno con la recuperación de una adicción. Aunque el vínculo romántico haya terminado, el cerebro puede seguir reaccionando ante una expareja muchos años después. Esto no significa necesariamente un deseo de regresar, sino la permanencia de una conexión neurológica que, en muchos casos, dura toda la vida.
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