¿Te imaginas que las galletas fueron inventadas para medir la temperatura del horno?

Las galletas son uno de los placeres más sencillos y universales que disfrutamos hoy en día, pero pocos saben que su origen no está relacionado con la tradición dulce que conocemos, sino con un ingenioso método para medir la temperatura de los hornos de leña en la antigüedad.

El uso original de las galletas como medidor de temperatura

En épocas pasadas, mucho antes de la invención de los termómetros, los panaderos y reposteros dependían de métodos empíricos para determinar la temperatura de sus hornos, que en su mayoría eran de leña, piedra o barro.

La clave estaba en la masa: pequeñas porciones de ella se usaban como prueba para saber si el horno estaba lo suficientemente caliente para hornear pan o repostería.

El proceso era sencillo pero efectivo. Después de encender el horno con leña o carbón, los panaderos retiraban las brasas y limpiaban el interior. Luego, colocaban la masa de prueba en una esquina o en el centro del horno. Dependiendo de cómo reaccionara la masa, sabían si podían continuar o si debían esperar un poco más.

Si la masa se doraba rápidamente o se quemaba, era señal de que el horno estaba demasiado caliente. Si no mostraba ningún cambio, significaba que necesitaba más calor. En cambio, si la masa se cocinaba uniformemente, esto indicaba que la temperatura era la adecuada. Así, de manera casi accidental, lo que inicialmente fue una prueba de temperatura se convirtió en lo que conocemos como galletas.

Evolución de las galletas a través del tiempo

Las primeras versiones de galletas eran más bien panes planos y duros, elaborados a base de granos como cebada o trigo. Estos se horneaban hasta quedar secos, lo que les permitía conservarse durante largos períodos, algo esencial en tiempos antiguos.

Con el paso de los siglos, las galletas evolucionaron. Durante la Edad Media, las cruzadas trajeron ingredientes como el azúcar, la canela y el jengibre a Europa, lo que permitió la creación de versiones más elaboradas. En el Renacimiento, especialmente en Italia, se popularizaron las galletas biscottis, conocidas por ser horneadas dos veces, y acompañaban perfectamente una taza de café o vino.

En el siglo XX, la industria alimentaria permitió la creación de nuevas variantes, como las galletas rellenas y cubiertas de chocolate, que se convirtieron en una parte fundamental de la cultura gastronómica global.

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Las galletas en el siglo XXI: de tradición a innovación

Hoy en día, las galletas han experimentado un resurgimiento en su forma artesanal, con un enfoque renovado en ingredientes naturales y sin conservantes artificiales. Además, las tendencias actuales han llevado la creatividad aún más lejos, incorporando ingredientes inusuales, como proteínas de insectos o harina de algas, lo que refleja cómo la innovación culinaria continúa fusionándose con la tradición.

Con información de Gourmet de México.