El dilema de la crianza: ¿Deben los padres ser amigos de sus hijos?
La crianza de los hijos ha evolucionado, generando debate sobre si los padres deben ser sus amigos.
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CIUDAD DE MÉXICO.- La crianza de los hijos es un tema que siempre genera debate. A lo largo del tiempo, las ideas sobre qué es lo correcto y lo incorrecto han cambiado y se han adaptado a las nuevas realidades sociales y culturales. Lo que antes se consideraba una práctica adecuada, hoy puede verse como obsoleta o ineficaz.
En este contexto, una de las preguntas que surgen es si los padres deben asumir un rol de amistad con sus hijos. Desde la psicología, se destaca que la función de los padres va más allá de la simple convivencia, ya que su papel principal es guiar, proteger y brindar un entorno seguro y estable para el desarrollo de los niños.
Sin embargo, cuando los límites entre el rol parental y la amistad se desdibujan, pueden surgir ciertos riesgos que afectan el crecimiento emocional y la autonomía de los hijos.
La importancia de mantener el rol parental
El psicólogo español Arun Mansukhani sostiene que los padres no deben intentar ser amigos de sus hijos. Según el experto, es posible construir una relación cercana basada en el diálogo y la comprensión sin perder de vista la autoridad necesaria en la crianza.
Mansukhani enfatiza que los niños necesitan crecer sin asumir responsabilidades emocionales que no les corresponden. Cuando los padres buscan convertirse en sus amigos, pueden privarlos de una estructura clara que les permita desarrollar habilidades de independencia y toma de decisiones.
Diversos estudios respaldan esta postura. Investigaciones realizadas por la Universidad de Virginia han demostrado que una crianza sin una diferenciación clara entre el rol parental y la amistad puede afectar negativamente la estabilidad emocional de los hijos en la adultez.
Cambio de paradigmas en la crianza
El modelo de crianza ha cambiado significativamente a lo largo de las generaciones. En el pasado, predominaba un estilo más autoritario, en el que la figura paterna representaba una autoridad incuestionable. En la actualidad, muchos padres optan por una crianza más empática y cercana, con el objetivo de generar confianza con sus hijos.
Si bien esta transición ha traído beneficios, también plantea desafíos. La línea entre ser un padre presente y convertirse en un amigo puede volverse difusa, lo que en algunos casos provoca dificultades para establecer límites y fomentar la autonomía de los hijos.
Ante esta situación, los especialistas recomiendan encontrar un equilibrio que permita construir un vínculo afectivo sin perder la figura de autoridad.
Estrategias para una relación sana
Para fortalecer la relación con los hijos sin perder el rol parental, los psicólogos sugieren establecer normas y límites claros desde una edad temprana. Según la Asociación Psicológica de Canadá, el diálogo es clave para que los niños comprendan las reglas y sus razones, sin que esto implique eliminar la jerarquía dentro de la familia.
Otro aspecto fundamental es validar las emociones de los hijos sin sobreprotegerlos. Esto les permite aprender a manejar sus sentimientos de manera saludable y desarrollar resiliencia. Además, los padres deben ser un modelo de conducta equilibrada, demostrando autocontrol, empatía y respeto.
Finalmente, fomentar la independencia de manera progresiva ayuda a los niños a construir seguridad y confianza en la toma de decisiones, sin necesidad de recurrir constantemente a la validación de sus padres.
Señales de un rol parental diluido
Existen signos que pueden indicar que el rol parental ha perdido fuerza y que los límites con la amistad se han desdibujado. Según el sitio especializado Healthline, algunas señales de alerta incluyen:
- Compartir con los hijos problemas personales que no les corresponden.
- Evitar poner límites por miedo a generar molestia.
- Buscar constantemente la aprobación de los hijos.
- Sentirse culpable por establecer normas.
- No corregir conductas inadecuadas por temor a perder su confianza.
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En definitiva, la crianza requiere un equilibrio entre cercanía y autoridad. Ser un padre presente y afectuoso no implica convertirse en el mejor amigo de los hijos, sino brindarles el apoyo necesario para que crezcan con seguridad y confianza en sí mismos.
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