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Dante Gabriel Rossetti y la fascinante historia detrás de su pintura más emblemática

Para Rossetti, la elección de este tema no fue casual.

Dante Gabriel Rossetti y la fascinante historia detrás de su pintura más emblemática

Dante Gabriel Rossetti, uno de los más célebres pintores de la Hermandad Prerrafaelita, quedó atrapado en un largo y tormentoso proceso de creación para su obra Proserpina. No fue un cuadro más en su carrera: el artista realizó hasta ocho versiones distintas, marcadas por años de ajustes, cambios y conflictos con sus comisionados. Finalmente, fue la séptima versión la que consiguió dejar satisfecho a su entorno, aunque Rossetti aún trabajaría en una última iteración.

El mito de Proserpina

La pintura toma como inspiración el mito de Proserpina (Perséfone en la mitología griega), la hija de Zeus y Deméter que fue raptada por Hades y llevada al Inframundo. Atraído por su belleza, el dios de los muertos ideó una trampa para retenerla a su lado: le ofreció semillas de granada, un fruto que crecía exclusivamente en su reino. Proserpina, ignorando la prohibición de consumir alimentos del Inframundo, probó la fruta, lo que la condenó a permanecer allí para siempre.

Sin embargo, su madre, Deméter, diosa de la agricultura y las cosechas, se negó a aceptar esta pérdida. Su desesperación la llevó a descuidar la fertilidad de la tierra, provocando una gran crisis que Zeus no pudo ignorar. Así, se llegó a un acuerdo: Proserpina pasaría la mitad del año en el Inframundo junto a Hades (correspondiente al otoño e invierno, cuando Deméter llora su ausencia), y la otra mitad regresaría con su madre a la Tierra (marcando la llegada de la primavera y el verano, estaciones de alegría y abundancia). Este mito no solo explica el cambio de estaciones, sino que también representa el eterno conflicto entre el deber y el deseo, el encierro y la libertad.

Para Rossetti, la elección de este tema no fue casual. Su modelo para la obra fue Jane Morris, una mujer atrapada en un matrimonio infeliz con el diseñador William Morris. Jane y Rossetti compartieron una intensa relación amorosa, lo que convierte la pintura en un reflejo de su situación personal. Al igual que Proserpina, Jane estaba dividida entre dos mundos: su hogar con Morris y su pasión con el pintor, con quien solía pasar los veranos antes de regresar a su vida conyugal en invierno.

Rossetti refuerza esta conexión a través de la simbología del cuadro. La granada en manos de Proserpina representa la fatal decisión de la diosa, un símbolo de lo prohibido y lo inevitable. La expresión melancólica de Jane encarna la resignación y el sufrimiento de una mujer atrapada en un destino que no ha elegido del todo.

Composición y simbología

La pintura presenta una composición sencilla pero poderosa: Proserpina ocupa casi todo el lienzo, con una pared iluminada parcialmente a sus espaldas y una hiedra trepando por ella, símbolo de fidelidad y permanencia. A su lado, un quemador de incienso refuerza su divinidad. La manera en que la granada está abierta en su mano, de forma poco natural, revela la obsesión de Rossetti por la forma y el simbolismo por encima del realismo.

Además, Rossetti acompañó la pintura con un soneto en italiano dedicado a la diosa, en el que describe su trágico destino y el pesar que hasta las almas del Inframundo sienten por ella. Este poema subraya aún más la atmósfera de encierro y nostalgia que envuelve la obra.

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Rossetti no solo pintó a una diosa, sino que inmortalizó una historia de amor prohibido que aún hoy sigue fascinando a quienes se detienen a contemplar la melancólica mirada de su protagonista.

Con información de HA!

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