La alegoría celestial de Alfons Mucha

En plena Belle Époque, el arte de Alfons Mucha alcanzó su esplendor con la creación de numerosas obras que fusionaban lo decorativo con lo simbólico. Entre ellas, “La Lune et les étoiles” (“La Luna y las estrellas”), realizada en 1902, es una de sus series alegóricas más destacadas. Este grabado, resguardado en la Bibliothèque nationale de France en París, captura la esencia del Art Nouveau a través de figuras femeninas etéreas que representan a la luz de la luna y tres estrellas con personalidades propias: la Estrella Polar, el Claro de Luna, el Lucero del Alba y la Estrella Vespertina. Curiosamente, estas dos últimas encarnan a Venus, el astro que brilla con intensidad tanto al amanecer como al anochecer.

Mucha, un verdadero titán de la ilustración, la publicidad y el diseño, fue uno de los primeros en elevar las artes decorativas a la misma categoría que las Bellas Artes. Su influencia fue determinante en el desarrollo del Art Nouveau, un movimiento que abrazó las formas orgánicas y vegetales en lugar de las líneas rectas, apostando por la sensualidad y el dinamismo. Gracias a los avances en la litografía en color, su estilo se popularizó en los carteles publicitarios que inundaban las calles de París, con su característico formato vertical y su estética envolvente.

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El magnetismo visual de Mucha no se limitó a su tiempo. Su obra resurgió con fuerza en los años 60, cuando la estética psicodélica y el movimiento hippie encontraron en su estilo curvilíneo y onírico una fuente de inspiración inagotable. Con un poco de Tolkien, una pizca de filosofía bohemia y algo de experimentación sensorial, su arte volvió a conquistar una nueva generación, demostrando que la belleza de sus creaciones trasciende el tiempo.

Con información de HA!