¿La generación Z ha cambiado lo que significa ir a un festival?

Los festivales de música han sido tradicionalmente celebraciones centradas en la música, pero la generación Z está transformando esta percepción en todo el mundo, y México no es la excepción. En lugar de enfocarse únicamente en los conciertos, los jóvenes actuales están priorizando una experiencia más diversa que abarca bienestar, arte y actividades inmersivas, llevando los festivales a un nuevo nivel.

Un ejemplo claro de esta transformación es el famoso Glastonbury, donde los asistentes ya no solo buscan música, sino una variedad de actividades, desde cines y circos hasta campos de sanación y debates políticos. Sin embargo, en México también ha sucedido una evolución similar con festivales como Corona Capital y Vive Latino, que han ido más allá de solo ofrecer música. En estos eventos, la oferta de actividades culturales, gastronómicas y de bienestar ha crecido, convirtiéndolos en experiencias más amplias que atraen a los jóvenes por diversos motivos, más allá de los conciertos. Por ejemplo, el Vive Latino, uno de los festivales más emblemáticos de América Latina, ha ampliado sus horizontes para incluir conferencias, talleres y espacios dedicados a la salud mental y bienestar de los asistentes.

La generación Z está mostrando un cambio de enfoque hacia actividades que fomenten el bienestar y la creatividad. Este cambio se refleja también en el aumento del turismo de bienestar, que se proyecta para ser un mercado global de más de un billón de dólares para 2027. En México, festivales como el Festival de Yoga y Bienestar de Valle de Bravo o el Kabah Festival están posicionándose como alternativas que combinan música con yoga, meditación y actividades de sanación, algo que atrae especialmente a los jóvenes más conscientes de su salud física y mental.

Esta tendencia no solo se limita a la música, sino que también refleja la preocupación por el medio ambiente y la sostenibilidad. En este sentido, los festivales en México están comenzando a adoptar prácticas más ecológicas, como el uso de materiales reciclables y la promoción de la comida orgánica. Corona Capital, por ejemplo, ha impulsado iniciativas para reducir su huella de carbono, y muchos festivales están promoviendo la conciencia ambiental entre sus asistentes.

Glastonbury, que comenzó como un pequeño evento familiar en 1970, ahora es un referente mundial no solo para los amantes de la música, sino también para aquellos interesados en una experiencia integral que promueva la salud, la conciencia ambiental y el arte. Lo mismo ocurre en México, donde la fusión de música y bienestar ha ganado terreno. El Festival Internacional de Cine de Morelia, que combina arte, cine y música, es otro ejemplo de cómo los eventos mexicanos están diversificando sus ofertas para atraer a una audiencia joven que busca más que solo un buen show musical.

La evolución de los festivales también refleja las expectativas de una generación más consciente de su salud mental, física y del impacto ambiental. En México, los festivales como el Ceremonia Festival y el Daydream Festival están abrazando este cambio con propuestas que incluyen música alternativa, arte visual y experiencias sensoriales que invitan a los asistentes a conectarse no solo con los artistas, sino también con el entorno y con ellos mismos.

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La generación Z está redefiniendo lo que significa asistir a un festival, mostrando que, si bien la música sigue siendo importante, la experiencia global y la conexión con el bienestar, el arte y la comunidad son igual de esenciales. Ya no se trata solo de ver a tu banda favorita, sino de vivir una experiencia integral que involucra arte, sostenibilidad y bienestar. Y en México, esta tendencia está tomando fuerza con festivales que fusionan música con otras actividades que enriquecen la vida de los jóvenes.

Con información de Indy 100.