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¿Qué es la misofonía y cómo se está investigando esta condición poco conocida?

Según científicos, entre el 5 y el 20 por ciento de los adultos experimentan esta sensibilidad extrema.

¿Qué es la misofonía y cómo se está investigando esta condición poco conocida?

La misofonía es una condición que afecta a un porcentaje significativo de la población y cuya principal característica es una sensibilidad extrema hacia ciertos sonidos cotidianos, como el masticar, el golpeteo o el respirar de manera ruidosa. Para quienes la padecen, estos ruidos no solo son molestos, sino que desencadenan una respuesta de lucha o huida intensificada, convirtiendo sonidos aparentemente inofensivos en una fuente de angustia y estrés.

Aunque todos en algún momento podemos sentir irritación por un ruido repetitivo, como el chirrido de un micrófono o el estruendo de una obra en construcción, las personas con misofonía experimentan algo mucho más grave. Los sonidos que para otros pasan desapercibidos, como el sonido de alguien chupando o de un bolígrafo clickeando, pueden desencadenar una reacción desproporcionada. Según científicos, entre el 5 y el 20 por ciento de los adultos experimentan esta sensibilidad extrema, aunque la misofonía sigue siendo una condición poco comprendida.

Uno de los primeros estudios sobre misofonía fue realizado por Jane Gregory, psicóloga en la Universidad de Oxford, quien experimentó esta condición desde su infancia. Para ella, ruidos como el canto repetitivo de las palomas o el sonido de bolígrafos clickeando le resultaban insoportables, lo que dificultaba su concentración.

¿Qué la causa?

El origen de la misofonía aún está siendo investigado, pero una teoría sostiene que la sensibilidad a ciertos sonidos podría haber evolucionado como un mecanismo de defensa. En tiempos ancestrales, un sonido sutil, como el masticar, podría haber alertado a un cazador de un posible peligro, como un depredador cercano. Hoy en día, este mismo mecanismo podría estar malinterpretando ruidos inocuos como amenazas, lo que provoca la intensificación de la respuesta emocional ante ellos.

Además de sus raíces evolutivas, la misofonía tiene una relación compleja con otras condiciones, como la ansiedad, la depresión, el autismo y el TDAH. Aunque algunos estudios apuntan a que puede ser un síntoma de otras afecciones, aún no se ha determinado si se trata de un trastorno independiente o si forma parte de otro conjunto de trastornos.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico de la misofonía no es sencillo, ya que no existe una prueba estándar. Sin embargo, los médicos pueden usar herramientas de evaluación como el cuestionario de misofonía de Duke, que ayuda a determinar la gravedad de la sensibilidad y cómo afecta a la vida diaria del paciente. A pesar de su creciente reconocimiento, la misofonía aún no está incluida en el DSM-5, el manual de diagnóstico más utilizado en psiquiatría, aunque se espera que esto cambie en el futuro.

A falta de una cura definitiva, los tratamientos se enfocan en la gestión de los síntomas. El uso de audífonos con cancelación de ruido o el empleo de sonidos blancos son algunas de las estrategias más comunes. También se ha demostrado que la terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ser eficaz para reducir los síntomas al ayudar a los pacientes a reinterpretar su respuesta emocional ante los sonidos molestos. A través de esta terapia, se busca que el cerebro aprenda a aceptar esos ruidos como molestos, pero no peligrosos, permitiendo que el paciente recupere cierto control sobre su reacción.

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La misofonía es una condición que sigue siendo mal comprendida, pero la investigación está avanzando para ofrecer mejores tratamientos y un mayor apoyo a quienes la padecen. A medida que la ciencia desentraña sus causas y efectos, se espera que se desarrollen opciones de tratamiento más efectivas que ayuden a las personas a vivir con esta condición sin que los sonidos cotidianos se conviertan en una fuente constante de angustia.

Con información de Natgeo.

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