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El almidón también podría dañar los dientes, según estudio

Los expertos sugieren que, en el futuro, la salud dental personalizada basada en pruebas genéticas podría ser una opción, recomendando cuidados específicos según el perfil genético de cada individuo.

El almidón también podría dañar los dientes, según estudio

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante años, los dentistas han advertido sobre el peligro del azúcar para la salud dental. Sin embargo, una investigación de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, sugiere que el almidón, presente en alimentos como el pan, el arroz y las papas, también podría contribuir a la formación de caries en ciertas personas.

El estudio indica que este efecto depende del gen AMY1, responsable de la producción de amilasa salival, la enzima encargada de descomponer el almidón en azúcares simples dentro de la boca. La presencia de estos azúcares crea un ambiente propicio para el crecimiento de bacterias que pueden afectar la salud bucal.

Tradicionalmente, se ha considerado al azúcar como el principal responsable de las caries, pero ahora sabemos que el almidón también puede influir, dependiendo de la carga genética de cada persona, explicó Angela Poole, profesora de nutrición molecular y autora principal del estudio.

El papel del gen AMY1 en la salud dental

El gen AMY1 regula la producción de amilasa en la saliva, facilitando la descomposición del almidón antes de que los alimentos lleguen al estómago. Sin embargo, no todas las personas tienen la misma cantidad de copias de este gen. Algunas poseen solo dos, mientras que otras pueden llegar a tener hasta veinte.

Los investigadores descubrieron que quienes tienen más copias de AMY1 descomponen el almidón de manera más eficiente, lo que genera una mayor cantidad de azúcares en la boca y favorece el crecimiento de bacterias como Streptococcus, conocidas por su relación con la formación de caries.

Por el contrario, las personas con menos copias de AMY1 producen menor cantidad de amilasa, lo que hace que el almidón tarde más en convertirse en azúcares y, por lo tanto, tengan un menor riesgo de desarrollar caries asociadas con su consumo.

Impacto en la microbiota oral

El estudio también reveló que el número de copias de AMY1 influye en la composición del microbioma oral, la comunidad de microorganismos que habita en la boca.

Las personas con más copias de este gen presentan mayores niveles de Streptococcus y Porphyromonas endodontalis, bacterias que se alimentan de los azúcares liberados por el almidón y pueden provocar caries e infecciones dentales. En contraste, bacterias potencialmente beneficiosas como Atopobium y Veillonella son menos abundantes en estos individuos.

Estos cambios en la microbiota dependen del perfil genético de cada persona. Es impresionante cómo la evolución ha influido en nuestra capacidad de digerir ciertos alimentos y cómo esto impacta en nuestra salud bucal, comentó Poole.

Diferencias genéticas entre poblaciones

Los investigadores también encontraron que la cantidad de copias de AMY1 varía entre diferentes poblaciones humanas. Aquellas con una historia prolongada de agricultura y dietas ricas en almidón suelen tener más copias de este gen.

Este hallazgo sugiere que, en el pasado, contar con una mayor capacidad para descomponer el almidón pudo haber sido una ventaja evolutiva, especialmente en periodos de escasez de alimentos. Sin embargo, en la actualidad, esta característica podría representar un mayor riesgo para la salud dental si no se acompaña de una higiene bucal adecuada.

Lo que alguna vez fue una ventaja para la supervivencia, hoy podría ser un factor de riesgo en la salud bucal, debido a la disponibilidad constante de alimentos ricos en almidón y a los hábitos de higiene oral, agregó Poole.

Implicaciones para la salud bucal

Los expertos sugieren que las recomendaciones de higiene bucal podrían considerar el almidón como un factor de riesgo adicional, dependiendo del perfil genético de cada persona.

Para quienes tienen un alto número de copias de AMY1, podría ser recomendable cepillarse los dientes inmediatamente después de consumir alimentos ricos en almidón, usar enjuagues bucales con fluoruro y consultar con un odontólogo sobre la posibilidad de realizar pruebas genéticas para evaluar su predisposición a caries.

Si bien estas pruebas aún no son accesibles para el público en general, el avance en la investigación genética podría permitir en el futuro una salud dental personalizada basada en el ADN de cada persona.

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“Aún nos queda mucho por descubrir sobre la interacción entre la dieta, la genetica y la salud oral”, concluyó Poole.

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