La fascinante historia del primer samurái africano en Japón

A lo largo de la historia de Japón, los samuráis han sido figuras legendarias, guerreros de élite cuya destreza y lealtad marcaron el destino del país. Sin embargo, entre los muchos relatos de esta casta militar, pocos resultan tan intrigantes como el de Yasuke, un hombre de origen africano que, en el siglo XVI, llegó a formar parte del séquito de Oda Nobunaga, uno de los más influyentes señores feudales de la época. Su historia ha despertado gran interés con el paso de los siglos y hoy, incluso, ha sido inmortalizada en el mundo de los videojuegos con su aparición en Assassin’s Creed Shadows.

Los orígenes inciertos de Yasuke

Poco se sabe sobre la infancia de Yasuke. Algunos historiadores creen que pudo haber nacido en Mozambique a mediados del siglo XVI, aunque otras teorías sugieren que su origen podría estar en otra región de África. Su llegada a Japón se produjo en compañía del jesuita Alessandro Valignano, un misionero portugués que evaluaba las misiones católicas en Asia. Yasuke habría sido reclutado como su guardaespaldas en un viaje que lo llevó por la India, China y finalmente a tierras niponas.

Su presencia en Japón no pasó desapercibida. Con una estatura de más de seis pies (aproximadamente 1.82 metros) y una fuerza descrita como “formidable” en El crónica de Lord Nobunaga, un texto japonés del siglo XVII, Yasuke causó gran sensación. En la ciudad de Sakai, la multitud se agolpó para verlo, generando tal alboroto que algunos edificios resultaron dañados.

El encuentro con Oda Nobunaga y su ascenso

En 1581, Yasuke atrajo la atención de Oda Nobunaga, el influyente daimyō que buscaba unificar Japón en medio de las cruentas guerras del Período Sengoku. Se dice que Nobunaga, asombrado por su piel oscura, creyó inicialmente que estaba pintada y ordenó que lo bañaran para comprobarlo. Más allá de este inusual primer contacto, Yasuke impresionó rápidamente al líder japonés con su destreza y el hecho de que ya había aprendido algo del idioma local.

Nobunaga decidió incorporarlo a su servicio, otorgándole una casa, dinero, sirvientes y un nuevo nombre: Yasuke. Se dice que incluso le obsequió una espada, un gesto que ha llevado a los historiadores a debatir si Yasuke fue considerado formalmente un samurái. Tradicionalmente, este título se reservaba para guerreros nacidos en la clase samurái, quienes desde la infancia se sometían a un estricto entrenamiento tanto marcial como filosófico. Sin embargo, dado el honor y la posición que alcanzó, Yasuke podría haber sido visto como un samurái honorario.

La caída de Nobunaga y el destino incierto de Yasuke

Yasuke demostró su lealtad luchando junto a Nobunaga en diversas campañas militares. Sin embargo, su destino tomó un giro trágico en 1582, cuando uno de los generales de Nobunaga, Akechi Mitsuhide, se rebeló contra él. Nobunaga, rodeado por las fuerzas de Mitsuhide en un templo de Kioto, optó por el seppuku, el suicidio ritual samurái, antes que ser capturado.

Yasuke fue hecho prisionero, pero Mitsuhide decidió perdonarle la vida, al parecer porque no era japonés. A partir de aquí, su historia se vuelve un misterio. Algunos registros sugieren que pudo haber permanecido en Japón durante la década de 1590, pero no hay pruebas concluyentes de su paradero final.

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Aunque los detalles de su vida después de la caída de Nobunaga siguen siendo inciertos, Yasuke se ha convertido en una figura legendaria. Su historia desafía las concepciones tradicionales sobre los samuráis y muestra la diversidad cultural en el Japón del siglo XVI. Hoy en día, su legado sigue vivo en la cultura popular, inspirando novelas, películas y videojuegos que mantienen viva la memoria de este enigmático guerrero africano.

Con información de Natgeo.