La melancolía silenciosa de Hammershøi
Las obras de Hammershøi son conocidas por su atmósfera de soledad y silencio.

Vilhelm Hammershøi, el pintor danés conocido por sus atmósferas silenciosas y su paleta sobria, vuelve a retratar su hogar en Interior con dos velas (Interiør med to stearinlys). Esta obra, realizada en óleo sobre lienzo (67,5 x 54 cm), forma parte de una extensa serie de cuadros en los que el artista representó su apartamento en Strandgade 30, donde vivió entre 1899 y 1909.
A lo largo de su carrera, Hammershøi pintó más de 60 escenas de este espacio, destacando la arquitectura y la luz como protagonistas. En algunas obras aparece su esposa, Ida Ilsted, pero en muchas otras, como en esta, el vacío es total, dejando que la soledad y el silencio dominen la composición.
Una iluminación simbólica
En esta ocasión, el artista nos transporta a un momento nocturno en el que la única fuente de luz son dos velas encendidas. La tenue iluminación se refleja en los cristales de la ventana, generando una sensación de calma y misterio. Esta elección refuerza la ausencia de figuras humanas, pero no por ello la escena está desprovista de significado.
Siendo Hammershøi un pintor con inclinaciones simbolistas, es posible que estas dos velas representen algo más que simples puntos de luz. La interpretación más evidente podría ser la del matrimonio entre Vilhelm e Ida: un amor que, aunque envuelto en la penumbra, sigue encendido y presente en su hogar. Este juego de sugerencias demuestra cómo, con pocos elementos, el artista consigue evocar un mundo de emociones.
Un silencio casi palpable
Las obras de Hammershøi son conocidas por su atmósfera de soledad y silencio. En este sentido, su trabajo se asemeja al de artistas como Johannes Vermeer, quien también capturó la luz de los interiores de forma magistral, o Edward Hopper, cuyas escenas urbanas transmiten una melancolía similar. Sin embargo, la pintura de Hammershøi es más fría y minimalista, lo que la hace aún más evocadora.
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Este cuadro también recuerda a La vela de Gerhard Richter, otro pintor del norte de Europa que, con una sola llama, logra transmitir sensaciones de introspección y fragilidad. La luz de una vela es efímera, pero su resplandor puede ser profundo y significativo, al igual que el arte de Hammershøi: un susurro visual que perdura en la memoria.
Con información de HA!
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