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Cadaqués, el pueblo más bonito de marzo según National Geographic

Cadaqués es también conocido por ser el hogar de Salvador Dalí, quien convirtió una barraca de pescadores en Portlligat en su residencia.

Cada mes, National Geographic destaca un pueblo único y lleno de encanto, y en esta ocasión, ha elegido a Cadaqués, en Girona, como el “pueblo más bonito de marzo”. Esta antigua villa marinera, que estuvo aislada hasta bien entrado el siglo XIX, se ha convertido en un polo de atracción para bohemios y viajeros hedonistas de todo el mundo.

Basta con tomar asiento en la terraza del Marítim, pedir un vermut y abrir el periódico para sentir cómo Cadaqués despliega su encanto bohemio y su serenidad mediterránea. En primavera, cuando el cielo azul resalta el blanco de las fachadas, caminar por su paseo marítimo hasta el borde de la playa invita a hacer rebotar piedras sobre el mar, mientras una escultura de Dalí nos recuerda que hasta los dandis pueden disfrutar de un día de playa. Los barquitos meciéndose en la bahía marcan el paso del tiempo, mientras la magia del lugar se hace patente en cada rincón.

Desde las serpenteantes ribas que bordean el pueblo, uno entiende por qué Dalí afirmó que este “es el pueblo más bonito del mundo”. La imagen de la iglesia de Santa María y su torre, que se eleva sobre los tejados rojizos, evoca el encanto de los paisajes mediterráneos que tanto han cautivado a artistas y poetas a lo largo de los siglos. No es casualidad que figuras como Gabriel García Márquez, Marcel Duchamp, Federico García Lorca y Joan Miró encontraran inspiración en este lugar, donde también se respiraba el aire creativo de la Gauche Divine.

Cadaqués, rodeado por la montaña del Pení y el monte de los Sopladores, siempre ha sido más una isla que un pueblo. Como escribió Josep Pla, “la única puerta que tuvo Cadaqués fue el mar”. Esta sensación de aislamiento se mantiene viva gracias a la sinuosa carretera que conecta el pueblo con el resto del mundo, rodeada de cipreses, alcornoques y olivos. La atmósfera del lugar invita a la exploración, como en los callejones empedrados de rastell, donde las casas encaladas con contraventanas azules y flores en los balcones añaden al carácter único de Cadaqués.

La historia del pueblo se entrelaza con la llegada de familias burguesas y bohemias, que construyeron villas modernistas y casas que hoy en día siguen marcando el paisaje. Uno de los ejemplos más emblemáticos es Casa Blaua, conocida como la Casa de Don Octavio Serinyana, con su decoración de azulejos modernistas. Cadaqués sigue siendo un refugio de arte y tranquilidad, un espacio para la creatividad y la reflexión.

Fuera del núcleo urbano, las playas y calas de Cadaqués, con sus aguas transparentes y ambientes tranquilos, completan la experiencia de este destino. Fue precisamente en este entorno donde el poeta Carles Riba expresó su deseo de ser enterrado en el cementerio del pueblo, un lugar lleno de paz y belleza natural.

Cadaqués es también conocido por ser el hogar de Salvador Dalí, quien convirtió una barraca de pescadores en Portlligat en su residencia, transformándola en un complejo surrealista. Hoy en día, su casa es un museo que permite adentrarse en el universo creativo del artista, mostrando el vínculo entre naturaleza, arte y surrealismo.

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Al ser la puerta de entrada al Cap de Creus, Cadaqués ofrece un paisaje onírico de calas rocosas y viñedos, donde el viento de la tramontana da forma a un entorno de belleza salvaje. Aquí, los Pirineos se encuentran con el mar, y la luz suaviza la dureza de la tierra. Este rincón de la Costa Brava, con su paisaje lunar, sigue siendo uno de los lugares más bonitos del mundo, tal como lo describe cada año National Geographic.

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