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El fármaco que mata mosquitos con sangre humana y combate la malaria

A diferencia de una vacuna, nitisinona no protege directamente contra la infección de malaria.

El fármaco que mata mosquitos con sangre humana y combate la malaria

Cada año, la malaria cobra la vida de más de 600,000 personas en el mundo, siendo una de las enfermedades más mortales transmitidas por mosquitos. Pero, ¿y si en lugar de combatir a los insectos directamente, se pudiera hacer que la sangre humana se volviera letal para ellos?

Lo que parece ciencia ficción podría convertirse en una estrategia real gracias a un estudio publicado en Science Translational Medicine. Investigadores han descubierto que el fármaco nitisinona, ya aprobado para tratar enfermedades genéticas raras, puede convertir la sangre humana en un veneno mortal para los mosquitos que se alimentan de ella, provocando su muerte en pocas horas y manteniendo su efectividad hasta 16 días después de la administración.

Un enfoque comunitario contra la enfermedad

A diferencia de una vacuna, nitisinona no protege directamente contra la infección de malaria. Sin embargo, al eliminar a los mosquitos antes de que puedan reproducirse, podría reducir drásticamente la población de estos insectos transmisores, interrumpiendo así la cadena de contagio.

No buscamos erradicar las enfermedades transmitidas por mosquitos con una sola solución, pero esta estrategia podría ser una herramienta complementaria clave”, explica Álvaro Acosta Serrano, parasitólogo y coautor del estudio.

El método podría ser particularmente útil en regiones donde los mosquitos han desarrollado resistencia a insecticidas, funcionando en conjunto con otras medidas preventivas como mosquiteros tratados con insecticida, medicamentos antipalúdicos y vacunas.

De herbicida a esperanza contra la malaria

La historia de la nitisinona es inusual. Originalmente, esta sustancia fue diseñada como herbicida al descubrirse que bloquea la producción de tirosina, un aminoácido esencial. Sin embargo, investigadores encontraron que también era efectiva para tratar enfermedades raras como la tirosinemia tipo I, lo que llevó a su aprobación por la FDA en 1992.

En 2016, científicos en Brasil descubrieron que insectos hematófagos como mosquitos y pulgas dependen de la tirosina para sobrevivir después de una comida de sangre. Al bloquear esta función con nitisinona, los insectos mueren. Inspirados por este hallazgo, investigadores de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool comenzaron a probar la nitisinona en mosquitos, con resultados prometedores.

Desafíos y futuro de la estrategia

Aunque el uso de nitisinona en la lucha contra la malaria es innovador, hay obstáculos por superar. Uno de los principales retos es el costo del medicamento, que actualmente es demasiado elevado para su aplicación masiva en regiones afectadas por la malaria. No obstante, Acosta Serrano cree que con suficiente investigación y producción a gran escala, su precio podría reducirse hasta en un 80 %.

Otro desafío es la aceptación pública. “Convencer a la gente de tomar un medicamento que no los protege directamente, sino que beneficia a la comunidad, es complicado”, advierte George Dimopoulos, experto en enfermedades transmitidas por mosquitos en la Universidad Johns Hopkins.

Algunas soluciones podrían incluir combinar la nitisinona con medicamentos antipalúdicos o administrarla a ganado, que atraería a los mosquitos y actuaría como “carnada”. También se explora la posibilidad de impregnar bolsas de néctar con el fármaco, permitiendo que los mosquitos se envenenen sin afectar a otros polinizadores.

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Un futuro sin malaria

Como cualquier estrategia de control de mosquitos, el riesgo de que estos evolucionen resistencia al fármaco es una preocupación. Sin embargo, los expertos coinciden en que la clave para combatir la malaria es una combinación de herramientas adaptadas a cada región.

“No hay una solución única para la malaria”, concluye Dimopoulos. “Pero integrar estrategias innovadoras como esta podría cambiar el rumbo de la enfermedad”.

Con información de Natgeo.

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