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La ciencia revela que los tratamientos para el dolor no funcionan igual en hombres y mujeres

Con estos nuevos datos, el futuro del tratamiento del dolor puede ser más justo, más eficaz y más humano.

La ciencia revela que los tratamientos para el dolor no funcionan igual en hombres y mujeres

CIUDAD DE MÉXICO.- El dolor neuropático, una condición crónica que surge tras una lesión en los nervios, afecta a millones de personas en el mundo, con una mayor prevalencia en mujeres. Sin embargo, durante décadas, la investigación médica ha priorizado modelos masculinos, dejando a muchas pacientes sin respuestas claras sobre su padecimiento ni opciones de tratamiento realmente efectivas.

Investigación desafía viejos modelos médicos

Un estudio reciente publicado en Neuron por científicos de la Universidad de Calgary en 2025 reveló que, aunque hombres y mujeres comparten una proteína clave —la pannexina-1 (Panx1)—, el dolor se manifiesta de forma distinta en cada sexo debido a rutas inmunitarias separadas. Esto podría explicar por qué muchos tratamientos actuales alivian el dolor más en hombres que en mujeres.

Este hallazgo representa un paso importante hacia una medicina más precisa y equitativa. También evidencia que los tratamientos genéricos para el dolor crónico no toman en cuenta factores biológicos y sociales que influyen en la experiencia de cada paciente.

Dos rutas biológicas, una misma proteína

La proteína Panx1 actúa como un canal celular que regula señales inflamatorias. En modelos animales, se comprobó que, tras una lesión, esta proteína desencadena dos respuestas muy diferentes. En los machos, activa a las microglías de la médula espinal para liberar VEGF-A, un factor proinflamatorio que provoca sensibilidad al dolor. Inhibir esta vía redujo el dolor solo en machos.

Por el contrario, en las hembras, Panx1 afecta a los linfocitos T CD8+, que liberan leptina, una hormona más conocida por su función en el metabolismo, pero que aquí resultó clave en la generación del dolor. Neutralizar la leptina o inhibir Panx1 en estas células eliminó los síntomas en ratonas.

Así, el mismo canal molecular activa rutas inmunitarias diferentes según el sexo. Esta diferencia sugiere que los enfoques terapéuticos también deberían adaptarse al tipo de respuesta biológica que predomina en cada paciente.

Leptina y VEGF: una puerta a terapias más específicas

Las diferencias entre VEGF-A y leptina como desencadenantes del dolor fueron confirmadas en pruebas cruzadas. Al transferir microglía activada de machos a hembras, y linfocitos T de hembras a machos, ambos desarrollaron síntomas dolorosos. Esto indicó que las células inmunitarias en sí mismas son las responsables del dolor, independientemente del sexo del receptor.

Además, se observó que eliminar Panx1 en microglía eliminó el dolor en los machos, mientras que en las hembras solo se logró efecto al interferir con la leptina. Estos hallazgos abren la posibilidad de desarrollar medicamentos más específicos, como bloqueadores de VEGF para hombres e inhibidores de leptina para mujeres.

Dado que muchos fármacos actuales como los antidepresivos, opioides o anticonvulsivos muestran mayor eficacia en hombres y causan más efectos secundarios en mujeres, una medicina basada en el sexo biológico podría significar un cambio radical en el tratamiento del dolor crónico.

Un sesgo de género con consecuencias clínicas

Uno de los factores que ha retrasado el desarrollo de tratamientos eficaces para mujeres es el sesgo de género en la investigación médica. Por años, los estudios clínicos y los modelos animales excluyeron a las hembras, lo que llevó a diagnósticos erróneos o a la subestimación del dolor en las mujeres.

Esto ha tenido consecuencias graves: enfermedades como la endometriosis o la fibromialgia, comunes en mujeres, suelen tardar años en ser diagnosticadas. Además, se ha demostrado que en urgencias las mujeres reciben menos atención por dolor torácico y requieren más dosis de analgésicos para sentir alivio.

Más allá de las células, las diferencias hormonales también influyen. Hormonas como los estrógenos y la testosterona afectan la sensibilidad al dolor desde edades tempranas, y el sistema opioide natural del cuerpo responde de manera distinta en hombres y mujeres.

El contexto también importa

El dolor no es solo una experiencia física. Estudios psicológicos y sociales han demostrado que factores como el estrés, los roles de género, la discriminación o el apoyo emocional también influyen en cómo se percibe y se afronta el dolor crónico.

Mientras los hombres suelen evitar o minimizar el dolor, las mujeres tienden a buscar apoyo emocional y expresar más su malestar, lo que influye tanto en el diagnóstico como en la respuesta al tratamiento. Por eso, entender el dolor también requiere observar el contexto en el que vive cada persona.

Este enfoque más amplio y humano permite desarrollar estrategias terapéuticas que tomen en cuenta tanto lo biológico como lo social, y que respondan mejor a las necesidades reales de los pacientes.

Hacia una medicina del dolor más justa

El estudio sobre Panx1 y las rutas del dolor neuropático marca un antes y un después en la medicina del dolor. Demuestra que no es posible aplicar los mismos tratamientos para todos y que las respuestas del cuerpo varían según el sexo biológico y las células inmunitarias implicadas.

Estos descubrimientos subrayan la necesidad de una medicina de precisión que abandone el modelo “neutro” y apueste por intervenciones específicas, basadas en evidencia y sensibles a las diferencias de cada paciente.

Con estos nuevos datos, el futuro del tratamiento del dolor puede ser más justo, más eficaz y más humano.

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