IMAGENES | Así se verían los niños si traficaran comida chatarra en las escuelas según Chatgpt
Alumnos burlan la prohibición de comida chatarra en escuelas mediante ventas clandestinas y preparación de productos procesados dentro del aula.
México. — Desde que se implementó la prohibición nacional de comida chatarra en las escuelas, se han identificado nuevas formas en las que los estudiantes eluden esta medida. Aunque la restricción busca mejorar la salud de los menores, la respuesta entre los alumnos ha sido creativa y preocupante: han comenzado a organizarse para vender productos ultraprocesados de forma clandestina.
El recreo como punto de venta
De acuerdo con el Diario de Yucatán, los alumnos llevan papas fritas, gomitas y refrescos escondidos en sus mochilas, los cuales venden a sus compañeros durante el recreo. La dinámica ha generado un mercado informal que opera dentro de los salones, pasillos y patios escolares. Esta práctica ha crecido tanto que algunos estudiantes obtienen ingresos diarios con la reventa de estos productos prohibidos.
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Comida prohibida preparada en el aula
Otra conducta detectada en las escuelas es la preparación de alimentos procesados dentro de los salones de clase, como sopas instantáneas. Los menores llevan termos con agua caliente desde casa para cocinarlas durante la jornada escolar. Aunque parezca un acto menor, estos alimentos también están restringidos por su alto contenido calórico y bajo valor nutricional.
El entorno escolar como zona de fuga
A pesar de la restricción dentro de los planteles, la venta de comida chatarra persiste en los alrededores de las escuelas. Según El Imparcial de Oaxaca, muchos estudiantes adquieren estos productos al terminar la jornada, en puestos ambulantes o tiendas cercanas que siguen operando sin limitaciones. Esto demuestra que la medida dentro de los planteles es insuficiente si no se regula el contexto externo.
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Entre la norma y la realidad
Aunque la prohibición responde a una necesidad urgente de combatir la obesidad infantil, los hechos revelan que las soluciones deben ir más allá de las restricciones. Diversos especialistas coinciden en que es fundamental implementar estrategias educativas que involucren tanto a alumnos como a padres de familia. De lo contrario, seguirán encontrándose formas de burlar la norma, perpetuando el consumo de alimentos que afectan la salud de los menores.