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¿Cuál podría ser el impacto de “resucitar” especies extinguidas hace miles de años, como los lobos terribles y los mamuts, en el mundo actual?

El hecho generó asombro y controversia, ya que científicos y expertos en ética advierten que estos animales modificados genéticamente no son réplicas exactas y podrían no sobrevivir fuera de laboratorios.

¿Cuál podría ser el impacto de “resucitar” especies extinguidas hace miles de años, como los lobos terribles y los mamuts, en el mundo actual?

CIUDAD DE MÉXICO.- Hace apenas unos días, la empresa estadounidense Colossal Biosciences afirmó haber logrado un hito histórico: la “des-extinción” del lobo terrible, una especie de cánido que habitó América durante más de 200 mil años hasta su desaparición hace unos 12.500. La noticia captó de inmediato la atención internacional, recordando a muchos el argumento de la película Jurassic Park, donde criaturas prehistóricas vuelven a la vida gracias a la ciencia. Sin embargo, el revuelo no se limitó al asombro: también generó un intenso debate entre científicos, biólogos y expertos en ética.

Un anuncio que sorprende y divide opiniones

La empresa presentó públicamente a dos cachorros, bautizados como Rómulo y Remo, que serían los primeros representantes modernos del lobo terrible, una especie asociada recientemente al mundo de la fantasía por su aparición en la serie Game of Thrones. Además, Colossal Biosciences planea aplicar tecnologías similares para intentar devolver a la vida a otras especies extintas, como el mamut lanudo, el dodo y el tilacino, conocido también como tigre de Tasmania.

La empresa, que en enero pasado consiguió una inversión de 200 millones de dólares, no ha tardado en enfrentar críticas. Diversos especialistas se preguntan si estas especies des-extintas podrían adaptarse al entorno actual o si, por el contrario, estaríamos abriendo una puerta llena de riesgos ecológicos y éticos. ¿Realmente se trata de un avance para la conservación o de un experimento con objetivos más mediáticos que científicos?

Una idea atractiva, pero llena de dudas

Para el científico Philip Seddon, ex presidente del grupo de trabajo de la UICN sobre des-extinción, el término en sí mismo es engañoso. Según explica, no se trata de una “resurrección” auténtica, sino de versiones genéticamente modificadas de especies extintas a partir de parientes vivos. A su juicio, la única razón válida para intentar algo así sería restaurar funciones ecológicas importantes que se perdieron con la extinción.

El problema, añade, es que muchas veces no existe un análisis serio sobre si realmente hay un vacío ecológico que deba ser ocupado. ¿Por qué no utilizar especies actuales, como los lobos grises, para cumplir esas funciones? Además, Seddon advierte que este tipo de proyectos suelen centrarse en especies carismáticas que atraen la atención pública y el financiamiento, lo que podría desviar recursos de las verdaderas prioridades de conservación.

La veterinaria y especialista en ética animal Lisa Moses, desde el Centro de Bioética de la Universidad de Yale, sostiene que si bien podría tener sentido ético intentar recuperar especies recientemente desaparecidas, hacerlo con animales extintos hace miles de años, como el mamut o el lobo terrible, implica riesgos elevados. Las condiciones actuales del planeta no son las mismas y los animales des-extintos podrían sufrir o afectar negativamente a otras especies.

Un mundo distinto al de hace miles de años

Otro punto crítico es el bienestar de los propios animales creados en laboratorio. Alfonso Donoso, investigador en ética animal de la Pontificia Universidad Católica de Chile, recuerda que este tipo de procesos pueden generar altos niveles de sufrimiento en madres sustitutas y en crías con malformaciones. Además, los animales clonados sin comunidad podrían enfrentar graves dificultades de desarrollo social y psicológico.

Donoso también advierte sobre un efecto secundario preocupante: trivializar los esfuerzos de conservación real. Si se asume que es posible “revivir” a especies extintas, podría disminuir el sentido de urgencia por proteger a las que aún existen. “En lugar de soñar con un pasado que no podemos recuperar, deberíamos enfocarnos en cuidar los ecosistemas actuales”, afirmó.

Desde Argentina, la veterinaria y bioeticista Marcela Rebuelto coincide en que el anuncio obliga a reflexionar. Aun si se lograra recrear una especie extinta, ¿tendría una vida digna? ¿Podría sobrevivir por sus propios medios en un ambiente tan transformado por el ser humano? Las preguntas no son menores y, según la especialista, deberían ser parte central del debate científico y social.

El dilema ético y la responsabilidad científica

Por su parte, el biólogo Pablo Teta, investigador del Conicet y presidente de la Sociedad Argentina de Mamíferos, fue aún más crítico: “Lo que han hecho no es realmente des-extinguir al lobo terrible. Han modificado genéticamente a una especie actual”. En su opinión, si bien el avance tecnológico es notable, el esfuerzo debería orientarse hacia la protección de especies que aún habitan el planeta y están en peligro.

El anuncio de Colossal Biosciences, aunque espectacular, parece más enfocado en el impacto mediático que en una estrategia de conservación sostenible. Según los especialistas, la naturaleza no es un laboratorio y las consecuencias de jugar con ella pueden ser impredecibles.

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En medio de una crisis ambiental global, con deforestación, pérdida de biodiversidad y cambio climático en aumento, la comunidad científica insiste en la necesidad de tomar decisiones éticas, informadas y responsables. Más que traer al pasado de regreso, tal vez el verdadero reto sea asegurar el futuro de la vida que aún nos rodea.

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