¿Qué le pasa al cuerpo humano después de pasar meses sin consumir carne?
Reintroducir la carne tras meses o años sin consumirla puede causar malestares digestivos como pesadez o náuseas, pero especialistas aclaran que el cuerpo no “olvida” cómo digerirla.

CIUDAD DE MÉXICO.- Muchas personas que han dejado de consumir carne durante un tiempo prolongado reportan malestares al reincorporarla a su dieta. Síntomas como pesadez estomacal, náuseas o incluso diarrea son comunes entre quienes deciden volver a probar un bocado tras meses o años de abstinencia. Aunque esto ha sido ampliamente comentado en plataformas digitales, expertos afirman que el cuerpo no olvida cómo digerir ciertos alimentos.
Volver a comer carne: una experiencia con efectos inesperados
La dietista registrada Trista Best, citada por el medio Well+Good, asegura que no existe evidencia científica que respalde la idea de que el sistema digestivo pierda su capacidad para procesar carne tras un periodo sin consumirla. Sin embargo, sí reconoce que el organismo puede experimentar ciertos cambios de adaptación relacionados con las enzimas digestivas y la microbiota intestinal.
Estos cambios responden directamente a los hábitos alimenticios de cada persona. Es decir, el cuerpo ajusta la producción de enzimas según los alimentos que se consumen de manera regular. Por ello, dejar de comer carne puede reducir temporalmente las enzimas necesarias para digerirla, aunque no se pierde la capacidad de hacerlo.
El cuerpo se adapta, pero no olvida
Según Best, esta disminución enzimática no representa un problema permanente, sino un ajuste natural. La producción de enzimas está regulada por la dieta habitual, y al reintroducir la carne de manera regular, su producción se normaliza. Esto indica que el malestar inicial no es señal de daño, sino de una readaptación en curso.
Un estudio publicado en la revista Nature en 2014 (David et al.) demostró que los cambios en la microbiota intestinal pueden producirse rápidamente, incluso en cuestión de días. Los investigadores observaron diferencias notables en la composición de bacterias intestinales dependiendo de si los participantes consumían alimentos de origen vegetal o animal.
Por ejemplo, al incluir carne, huevos y queso, se elevó la presencia de bacterias que resisten la bilis, útiles para digerir grasas, mientras que disminuyeron aquellas que ayudan a descomponer fibras vegetales. Aun así, estos cambios son reversibles, y las enzimas necesarias suelen volver a niveles normales con el tiempo.
¿Y qué pasa con las proteínas animales?
Contrario a lo que podría pensarse, las enzimas que digieren proteínas animales no desaparecen con una dieta basada en plantas. La gastroenteróloga Roshini Raj, también citada por Well+Good, explicó que las mismas enzimas digestivas —como la pepsina, las proteasas y la tripsina— se utilizan para procesar proteínas tanto vegetales como animales.
Mientras haya una fuente de proteína en la dieta, estas enzimas permanecen activas. Esto sugiere que la incomodidad digestiva al volver a comer carne se debe más a su contenido graso que a una supuesta incapacidad del cuerpo para digerirla.
El método de cocción también puede influir. Estudios recientes, como el publicado en Journal of Animal Science and Technology en 2023, sugieren que técnicas como el sous vide ayudan a descomponer mejor las proteínas, facilitando su digestión y reduciendo los síntomas de malestar.
Cómo reintroducir la carne sin molestias
Para quienes desean volver a incorporar carne a su alimentación, los especialistas recomiendan hacerlo de manera progresiva. Raj aconseja empezar con una o dos veces por semana para permitir que el cuerpo se adapte sin generar malestares. Además, es preferible iniciar con pequeñas porciones y aumentar la cantidad de forma gradual.
La dietista Dawn Jackson Blatner sugiere usar porciones del tamaño de un condimento y combinarlas con otros ingredientes, como en ensaladas o guisos con legumbres. Incluso preparar vegetales con un poco de grasa de res puede ayudar a que el sistema digestivo se acomode mejor.
Blatner destaca también la importancia de mantener una dieta diversa y basada en alimentos naturales. Esto incluye frutas, verduras, cereales integrales y alimentos fermentados, que nutren las bacterias beneficiosas del intestino, favoreciendo no solo la digestión, sino también la salud general del organismo.
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