¿Cómo superar la envidia? Esto es lo que dice la psicología
La envidia es una emoción negativa que surge de la creencia de que no se puede alcanzar lo que otros han logrado.

CIUDAD DE MÉXICO.- La envidia es una emoción que va más allá del simple anhelo de tener lo que otros poseen. Es un sentimiento complejo que se manifiesta en forma de queja constante, insatisfacción permanente y un malestar difícil de ocultar. Lejos de impulsar el crecimiento, esta emoción suele paralizar a quienes la experimentan, haciéndoles creer que nunca podrán alcanzar lo que otros han conseguido.
Más allá del deseo: lo que realmente hay detrás de la envidia
El origen de esta emoción destructiva suele estar en una creencia limitante: “yo nunca seré capaz de lograr lo que el otro logró”. Esta idea, que nace del miedo y la inseguridad, impide que las personas reconozcan su propio potencial. En vez de ver los logros ajenos como inspiración, los interpretan como una amenaza o una muestra de su supuesta inferioridad.
A pesar de lo que a veces se dice, no existe la “envidia sana”. Toda forma de envidia implica una desconexión con nuestros propios objetivos y va acompañada de actitudes negativas como la frustración, la crítica destructiva, la ira y la dependencia emocional. Estas actitudes no solo consumen energía, sino que desvían la atención de lo verdaderamente importante: el desarrollo personal.
Una emoción que no discrimina y que nubla la perspectiva
La envidia no distingue género, edad, clase social ni religión. Puede afectar a cualquier persona, sin importar su contexto o nivel de vida. Se convierte en una trampa emocional que lleva a fijarse únicamente en los logros de los demás y, como consecuencia, impide disfrutar de las oportunidades que uno mismo tiene frente a sí.
Detrás de la envidia suele haber una autoestima dañada. Quien envidia, en el fondo, no valora su vida ni sus capacidades. Vive convencido de que los demás siempre serán mejores, más capaces o más afortunados, lo que lo lleva a perder el enfoque en sí mismo y a vivir atrapado en una constante comparación que solo genera dolor.
Romper ese ciclo es posible, pero requiere un cambio profundo en la forma de pensar. La clave está en comprender que el valor personal no depende de lo que uno tiene o logra, sino del simple hecho de ser. También es importante reconocer que muchas de las limitaciones que nos frenan no están en el mundo exterior, sino en nuestra mente.
Cultivar la admiración en lugar de la comparación
Una persona libre de envidia no se compara ni compite con nadie. En lugar de enfocarse en superar a los demás, concentra su energía en mejorar sus propias habilidades, avanzar en sus metas y crecer como individuo. Esta actitud no solo libera del sufrimiento emocional, sino que permite enfocarse en lo que verdaderamente importa.
Una antigua frase atribuida al rey Salomón afirma: “La envidia corroe los huesos”. Esta metáfora refleja con claridad el daño que causa esta emoción, tanto a nivel mental como físico. Vivir envidiando no solo impide avanzar, sino que puede deteriorar incluso la salud y el bienestar.
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En vez de envidiar a quienes prosperan, conviene admirarlos y aprender de ellos. Que su éxito sirva de motivación para atreverse a más, soñar en grande y trabajar por nuestros propios objetivos. Porque al final, lo importante no es superar a nadie más, sino convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.
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