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Una investigación arqueológica revela cómo empezamos a comer tres veces al día

La estructura de tres comidas al día es una construcción cultural relativamente reciente.

Hoy en día, la mayoría de las personas en el mundo occidental están acostumbradas a una rutina alimenticia bastante establecida: desayuno, comida y cena. Pero ¿alguna vez te has preguntado de dónde viene esta división del día en tres momentos específicos para comer? La historia de cómo pasamos de comer una o dos veces al día a estructurar nuestras vidas alrededor de tres comidas diarias es tan fascinante como reveladora.

Comer en comunidad, desde tiempos remotos

Los primeros humanos eran nómadas y se desplazaban según las estaciones, recolectando lo que la naturaleza ofrecía. Aunque no podemos saber con certeza cómo organizaban sus comidas, yacimientos como el de Ohalo II, en lo que hoy es Israel, nos muestran que hace más de 23 mil años ya existían hogares con fogatas y una gran diversidad de alimentos. Lo interesante es que todo indica que comían en grupo, práctica conocida como “comensalidad”.

Más tarde, con la invención de la agricultura hace unos 12 mil años en la región del Creciente Fértil, los humanos comenzaron a establecerse de forma permanente. Esto permitió almacenar comida y, por ende, cocinar sin la presión del tiempo. Así, se popularizó un esquema de una comida ligera por la mañana y otra más abundante al final del día.

Comer juntos era parte del deber cívico

En la antigua Esparta, compartir la comida era parte del deber ciudadano. A estos banquetes colectivos se les llamaba syssitia, y no solo fortalecían los lazos sociales, sino que también eran momentos clave para transmitir conocimiento entre generaciones. Comer en grupo no era opcional: perderse una comida sin justificación era considerado una falta cívica.

Los romanos, en cambio, tenían su principal comida (cena) al mediodía y una más ligera antes de dormir. Los pueblos del norte de Europa, como los vikingos, preferían dos comidas fuertes al día para resistir el frío: una al despertar y otra al anochecer.

En Australia, muchos pueblos aborígenes tradicionalmente hacían una sola comida principal al día, cocinada lentamente en hornos subterráneos conocidos como kup murri. Esta costumbre se asemeja a otros métodos indígenas en el Pacífico, como el hāngī maorí o el píib maya.

¿Y las tres comidas?

El cambio más notable se dio con la llegada del siglo XVI, gracias en parte a la Armada Real Británica. A bordo de los barcos se instauró una rutina alimenticia que incluía tres comidas: desayuno (a base de galletas duras), almuerzo como plato fuerte, y una cena ligera. Este modelo ayudaba a mantener el orden y la eficiencia en la vida naval.

Con el inicio de la Revolución Industrial en el siglo XVIII, las tres comidas se volvieron norma entre la clase trabajadora. La jornada laboral estandarizada exigía un desayuno temprano, una comida al mediodía y una cena al volver a casa. La falta de tiempo y de iluminación adecuada reforzaron esta estructura.

¿El fin de la trinidad alimenticia?

Hoy, factores como los largos traslados, las agendas ocupadas o la popularidad de servicios de comida a domicilio han hecho que los horarios fijos para comer se flexibilicen. La pandemia de COVID-19 también cambió nuestros hábitos: se comen alimentos más calóricos y los horarios se volvieron más caóticos.

Además, nuevas costumbres sociales como el brunch o el “afternoon tea” amplían las formas en que nos reunimos para comer. Si bien desayuno, comida y cena siguen siendo la norma en muchas culturas, el futuro de nuestras comidas podría ser más fluido y adaptado a nuestros estilos de vida.

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La estructura de tres comidas al día es una construcción cultural relativamente reciente. Lejos de ser una regla natural, ha sido moldeada por factores históricos, sociales y tecnológicos. Y como todo en la historia humana, está sujeta a cambio. Así que si un día te saltas el desayuno o cenas a las 11 de la noche, no estás rompiendo ninguna ley ancestral. Simplemente estás continuando con la evolución de nuestras formas de comer.

Con información de The Independent.

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