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El día en que Monet dejó de pintar la ciudad con amor

En sus primeras obras pintadas en la zona, Monet muestra una relación casi idílica entre naturaleza y tecnología.

El día en que Monet dejó de pintar la ciudad con amor

En la obra Flores en la Orilla del Río en Argenteuil (título original Argenteuil, fleurs au bord de la rivière), Monet parece despedirse. No de la pintura, por supuesto, pero sí de una etapa vital marcada por la fascinación con la modernidad. Este óleo de 54 x 65 cm, perteneciente a una colección particular, no es solo una representación del paisaje: es una declaración de desencanto.

Durante varios años, Claude Monet vivió en Argenteuil, un suburbio parisino que ofrecía lo mejor de dos mundos: la cercanía con la ciudad y el encanto del campo. Fue el único del grupo impresionista que se instaló allí, y su producción durante esta época es uno de los capítulos más interesantes de su carrera.

En sus primeras obras pintadas en la zona, Monet muestra una relación casi idílica entre naturaleza y tecnología: los trenes surcando el paisaje verde, las fábricas integradas al entorno, y un vapor que no contamina sino que se disuelve suavemente en las nubes.

Sin embargo, en Flores en la Orilla del Río, algo ha cambiado. El campo ya no luce sereno. Las flores en primer plano, que antes simbolizaban un paseo amable por la ribera, ahora parecen resistir. Al fondo, una fábrica aparece como una presencia amenazante, rompiendo la armonía de la escena. El humo negro ya no se confunde con las nubes: las ensucia. Los veleros recreativos han sido reemplazados por barcos de carga. La poesía de lo cotidiano se ve desplazada por el ruido y el peso de la industria.

Esta obra representa el punto de quiebre. Ya no se trata de convivir, sino de sobrevivir. Lo que alguna vez fue un experimento visual sobre la coexistencia entre naturaleza y progreso, se convierte ahora en una denuncia silenciosa. Monet, el gran pintor de la modernidad, empieza a alejarse de ella.

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El último verano de Monet en Argenteuil marca el fin de una etapa. Con esta pintura, parece decirnos que la ciudad se está comiendo al campo, que la modernidad que tanto le sedujo ha perdido su encanto. La belleza ya no se encuentra en los trenes ni en las fábricas, sino en esa orilla del río donde las flores resisten, por ahora.

Con información de HA!

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