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Dormir en un colchón sobre otro: expertos advierten sus riesgos para la salud

Poner un colchón sobre otro puede sonar ingenioso, como si al combinar dos superficies suaves el resultado fuera el doble de comodidad. Pero no funciona así.

Dormir en un colchón sobre otro: expertos advierten sus riesgos para la salud

Cuando somos pequeños, pareciera que nuestro cuerpo está hecho de magia. Podemos lanzarnos de los columpios, correr durante horas bajo el sol, tropezar, caer, y levantarnos sin que nada nos duela. Las rodillas aguantan, los músculos no se quejan y hasta los golpes fuertes se sienten como un simple cosquilleo. Las abuelas, con su sabiduría popular, siempre lo dicen: “los niños están hechos de goma”.

Pero con el paso del tiempo, esa invulnerabilidad se desvanece. Un día haces ejercicio y al siguiente te cuesta bajar las escaleras. Dormir mal una noche ya no es solo una anécdota: es una espalda rígida, un cuello torcido, o un humor de perros. Y en medio de este proceso de convertirse en adulto, llegan las decisiones cuestionables, como improvisar una base para dormir y pensar que apilar dos colchones es una solución brillante.

¿Colchón sobre colchón? Mala idea

Poner un colchón sobre otro puede sonar ingenioso, como si al combinar dos superficies suaves el resultado fuera el doble de comodidad. Pero no funciona así. Los colchones no son pasteles que se pueden superponer a gusto. Están diseñados con capas pensadas para distribuir el peso de forma específica, y al poner uno sobre otro, todo ese equilibrio se pierde.

Imagina mezclar varios perfumes con la esperanza de crear una fragancia perfecta: lo más probable es que termines con algo confuso e irritante. Lo mismo ocurre con los colchones. La firmeza se diluye, la estabilidad desaparece, y el cuerpo ya no tiene un soporte confiable. En lugar de adaptarse a tus formas, el colchón comienza a rebelarse, forzando posturas que pueden convertirse en dolores a largo plazo.

Más molestias que beneficios

Uno de los primeros efectos de esta práctica es la incomodidad para dormir. La falta de firmeza y la sensación de que todo se mueve bajo ti pueden hacer que conciliar el sueño sea más difícil. El cuerpo necesita seguridad y confort para relajarse, pero cuando la cama parece un terreno inestable, el descanso profundo se vuelve casi imposible.

Además, hay consecuencias físicas. La alineación natural de la columna se ve alterada, lo que con el tiempo puede generar molestias lumbares o cervicales. Dormir en un sistema inestable cada noche es como sentarse en una silla rota esperando que algún día deje de tambalearse.

Un problema de higiene también

El impacto no se detiene en lo físico. La falta de ventilación entre los colchones promueve la acumulación de humedad, sobre todo por la sudoración excesiva que puede surgir cuando el cuerpo no logra descansar correctamente. Esto, con el tiempo, puede facilitar la aparición de hongos, malos olores o incluso moho, especialmente si el colchón de abajo queda atrapado sin respirar.

Y sí, acorta la vida del colchón

El colchón de abajo no está diseñado para cargar otro encima, y mucho menos con un cuerpo adicional sobre ese peso extra. Las capas internas se deforman, los materiales se degradan más rápido, y el colchón termina desgastándose antes de tiempo. Lo que pensabas que era una solución temporal, puede convertirse en un gasto anticipado.

Dormir sobre dos colchones apilados parece una solución creativa, pero es una trampa disfrazada de comodidad. Tu descanso vale más que una improvisación; tu cuerpo, con sus dolores nuevos y sus exigencias adultas, necesita un buen lugar para recuperar energías. Y eso empieza con una base firme… literal y metafóricamente.

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