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El 29% de los antibióticos consumidos termina contaminando los ríos, según nuevos estudios

Aunque los sistemas de tratamiento de aguas intentan eliminarlos, no siempre logran evitar que lleguen a los cuerpos de agua, favoreciendo la aparición de bacterias resistentes.

CIUDAD DE MÉXICO.- Cada año, la humanidad consume cerca de 29,200 toneladas de antibióticos, y de esa cantidad, aproximadamente el 29% termina en los sistemas fluviales del planeta. Así lo reveló un estudio liderado por científicos de Canadá y Estados Unidos, quienes advirtieron sobre la creciente presencia de estos medicamentos en los ríos del mundo.

El problema invisible que amenaza los ecosistemas

El problema ocurre porque los antibióticos no se metabolizan completamente en el cuerpo humano. Después de ser consumidos, una parte se excreta y llega a las aguas residuales. Aunque las plantas de tratamiento de agua intentan eliminarlos, su eficacia no siempre es suficiente, permitiendo que una porción significativa llegue a los cuerpos de agua.

El equipo de investigación, dirigido por Heloisa Ehalt Macedo, de la Universidad McGill en Canadá, trabajó junto con expertos de One Health Trust y la Universidad Johns Hopkins. Su estudio, publicado en la revista PNAS Nexus, destaca que, aunque las concentraciones son pequeñas, los efectos a largo plazo pueden ser graves tanto para los ecosistemas acuáticos como para la salud humana.

Cómo impacta la presencia de antibióticos en los ríos

Los antibióticos que llegan a los ríos pueden alterar las comunidades de microbios que habitan en el agua. Esta alteración no solo afecta el equilibrio natural, sino que también facilita la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos, un fenómeno que representa un grave riesgo sanitario.

La resistencia a los antibióticos, conocida como RAM, es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como uno de los mayores desafíos de salud pública. De no tomar medidas urgentes, podría convertirse en la principal causa de muerte en el mundo para el año 2050.

El estudio es pionero en su enfoque, ya que utilizó un modelo llamado HydroFATE para estimar la cantidad de antibióticos liberados en los ríos a nivel global. Este sistema tomó en cuenta factores como el tratamiento de aguas residuales, el metabolismo humano y datos reales de contaminación en diversas partes del mundo.

Un problema que crece y se agrava

Entre los hallazgos más preocupantes está el hecho de que alrededor de 750 millones de personas viven cerca de ríos que presentan niveles peligrosos de antibióticos. Esta exposición podría representar un riesgo para su salud, especialmente si se utiliza el agua sin un tratamiento adecuado.

Además, se detectó que el consumo de antibióticos creció un 65% a nivel mundial entre los años 2000 y 2015, siendo aún mayor en países de ingresos bajos, donde el aumento fue del 114%. Esto se traduce en unas 8,500 toneladas de antibióticos que llegan anualmente a los ríos.

En total, se estima que más de 6 millones de kilómetros de ríos en todo el mundo están expuestos a concentraciones que superan los umbrales de riesgo para los ecosistemas acuáticos, lo que pone en jaque tanto la biodiversidad como la calidad del agua que se consume.

¿Qué se puede hacer para frenar la contaminación?

Los especialistas subrayan que una de las medidas principales es el uso responsable de los antibióticos: solo deben ser consumidos bajo prescripción médica y en situaciones que realmente lo requieran. Automedicarse o exigir antibióticos sin necesidad contribuye a la resistencia bacteriana y a la contaminación ambiental.

También se recomienda mejorar los sistemas de tratamiento de aguas residuales, aplicar regulaciones más estrictas en el uso de antibióticos tanto para humanos como para animales, y desarrollar nuevas tecnologías que permitan eliminar eficazmente estos compuestos del agua.

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Finalmente, los investigadores hicieron un llamado a ampliar los programas de monitoreo de los ríos a nivel global y a fomentar estudios sobre otras fuentes de contaminación, como la industria farmacéutica y la actividad ganadera, para enfrentar de manera integral este desafío creciente.

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