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Esta práctica ancestral mejora el sueño, reduce el estrés y alivia los músculos adoloridos — cómo hacerla en casa

Esta práctica, conocida como terapia de contraste, tiene raíces antiguas y consiste en alternar entre calor y frío, lo que mejora la circulación, acelera la recuperación muscular y reduce la inflamación.

Esta práctica ancestral mejora el sueño, reduce el estrés y alivia los músculos adoloridos — cómo hacerla en casa

CIUDAD DE MÉXICO.- Cada vez más personas descubren los beneficios de visitar casas de baño, esos espacios donde se combinan saunas calientes con baños fríos. A diferencia de un día típico en un spa, en estos lugares se invita a los visitantes a “trabajar” por su bienestar: sudar en altas temperaturas y luego sumergirse en agua helada. Según quienes lo han probado, esta práctica ayuda a reducir el estrés, aliviar dolores musculares y mejorar la calidad del sueño.

Un método antiguo que hoy es tendencia

Lo que muchos no saben es que esta técnica, conocida como terapia de contraste, tiene raíces muy antiguas. “La terapia de contraste no es algo nuevo. Ha sido practicada durante siglos”, explica el Dr. Hany Demian, CEO de BioSpine y cofundador de Pain Care Clinics. De acuerdo con registros históricos, incluso soldados de la antigüedad utilizaban este método para recuperarse tras las batallas.

Aunque hoy puede parecer una moda moderna, en realidad es una recuperación de prácticas tradicionales de culturas como la finlandesa —con sus saunas y baños en lagos helados— o la japonesa, con combinaciones de aguas termales y baños fríos.

¿Cómo funciona la terapia de contraste?

La terapia de contraste consiste en alternar la exposición del cuerpo a temperaturas calientes y frías. En palabras simples, el calor dilata los vasos sanguíneos (vasodilatación) y el frío los contrae (vasoconstricción), lo que genera una especie de ejercicio para el sistema circulatorio. Esto mejora la circulación, acelera la recuperación muscular y ayuda a eliminar desechos metabólicos, además de reducir inflamaciones.

El Dr. Steven Quay, fundador de Atossa Therapeutics, señala que los beneficios van más allá de sentirse relajado. Estudios revisados por pares sugieren que esta práctica también promueve la actividad del sistema nervioso parasimpático, mejora la termorregulación y ayuda a mantener una temperatura corporal saludable.

Además, se ha observado que tanto el calor como el frío pueden influir positivamente en el sueño. El calor previo a dormir puede bajar la temperatura central del cuerpo, lo cual facilita el descanso, mientras que el frío puede disminuir la inflamación y contribuir a un sueño más profundo.

¿Es mejor que un baño en la piscina o en el jacuzzi?

Aunque relajarse en una piscina o jacuzzi siempre es una buena idea, los especialistas explican que la terapia de contraste ofrece beneficios adicionales gracias a su estimulación térmica activa. “Puede ser más efectiva terapéuticamente que solo estar en un jacuzzi o piscina”, afirma Quay.

Respecto al gasto calórico, podría parecer que tanto sudar como saltar entre temperaturas extremas quema muchas calorías, similar a una clase de yoga caliente. Sin embargo, los expertos aclaran que el efecto es mínimo. “Se queman pocas calorías, aunque puede estimular el apetito debido a las contracciones y relajaciones estomacales”, comenta Demian.

Para quienes no tienen acceso a una casa de baños, la buena noticia es que practicar la terapia de contraste en casa es totalmente posible. Solo se necesita una regadera y disposición para alternar duchas calientes de tres a cinco minutos con duchas frías de 30 a 60 segundos, repitiendo el ciclo varias veces.

Precauciones antes de intentarlo

Aunque la terapia de contraste es segura para la mayoría de las personas, hay excepciones importantes. Aquellos con enfermedades cardiovasculares, mujeres embarazadas, personas bajo la influencia de alcohol o drogas, o quienes padecen afecciones como epilepsia, asma o infecciones graves, deben consultar a un médico antes de intentarlo.

El costo de ingresar a una casa de baños puede oscilar entre 50 y 100 dólares por día, lo cual ha impulsado a muchos a buscar alternativas caseras más accesibles. Además, la tendencia de instalar saunas y bañeras frías en casa va en aumento, aunque representa una inversión considerable.

En conclusión, más allá de ser una moda pasajera, la terapia de contraste recupera saberes ancestrales que hoy siguen mostrando beneficios concretos para la salud física y mental. Con precauciones adecuadas, cualquiera puede experimentar sus efectos positivos y darle a su cuerpo una nueva herramienta de autocuidado.

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