Del blanco al negro: el significado de los colores litúrgicos en la Iglesia
Los colores litúrgicos son tonalidades que se asignan a las vestiduras sagradas y ornamentos en distintas celebraciones religiosas.

MÉXICO.-La liturgia de la Iglesia Católica, así como de otras confesiones cristianas, no solo se comunica con palabras: también habla a través de los colores.
Cada tono en las vestiduras sacerdotales y decoraciones del templo expresa un mensaje profundo, que acompaña el espíritu de cada celebración.
¿Qué son los colores litúrgicos?
Los colores litúrgicos son tonalidades que se asignan a las vestiduras sagradas y ornamentos en distintas celebraciones religiosas. Lejos de ser una simple cuestión estética, su uso busca resaltar el carácter de cada tiempo litúrgico o fiesta, ayudando a que los fieles entren más profundamente en el misterio que se celebra.
Con esto, cada uno de los colores tiene su propósito y sentido, por ejemplo, el blanco es símbolo de alegría, pureza y resurrección, utilizado en navidad, pascua, fiestas del Señor, la Virgen María, los santos no martíres y celebraciones como bodas o bautizos.
El rojo, por ejemplo, es el color del amor, la sangre y el fuego del Espíritu Santo, es utilizado en Domingo de Ramos, Viernes Santo, Pentecostés y en las fiestas de mártires, recordando su entrega hasta la sangre.
Verde
Símbolo de esperanza y vida.Es el color del Tiempo Ordinario, que abarca las semanas en que no se celebran grandes misterios de la fe, recordando el crecimiento diario en la vida cristiana.
Morado (o púrpura)
Color de penitencia y preparación.Se usa en Adviento y Cuaresma, y también en misas de difuntos. Invita a la reflexión, la espera y el arrepentimiento.
Negro
Antiguamente muy usado en funerales y el Día de los Fieles Difuntos.Hoy, su uso es opcional, siendo reemplazado a menudo por el morado o el blanco, pero conserva su simbolismo de luto y sobriedad.
Rosa
Símbolo de gozo en medio de la espera.Se permite dos veces al año: en el tercer domingo de Adviento (Gaudete) y el cuarto domingo de Cuaresma (Laetare), marcando un respiro de alegría en tiempos penitenciales.
Dorado o plateado
Se pueden usar en ocasiones muy solemnes como Navidad o Pascua en lugar del blanco, para resaltar aún más la celebración.
Azul (uso especial)
En algunas regiones y bajo permiso especial, se usa azul en las fiestas dedicadas a la Virgen María, expresando su pureza y su rol singular en la historia de la salvación.

Es necesario señalar que el uso de colores en la liturgia cristiana tiene raíces antiguas, remontándose a los primeros siglos, cuando las comunidades usaban telas teñidas para distinguir celebraciones importantes, influenciadas por tradiciones judías y romanas que asociaban colores con festividades.
Hacia el siglo XII, en un contexto de creciente organización eclesiástica, la Iglesia en Europa Occidental comenzó a estandarizar estos colores para unificar las prácticas litúrgicas. Documentos como los del arzobispo de Canterbury, Huberto Walter, muestran uno de los primeros intentos de asignar colores específicos a tiempos litúrgicos. Esta práctica se consolidó tras el Concilio de Trento (1545-1563), que buscó uniformar la liturgia católica, y quedó formalizada en el Misal Romano de San Pío V en 1570. Desde entonces, los colores litúrgicos se han convertido en un lenguaje visual universal que guía el año litúrgico.
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