Descubre el extraño amor de Nikola Tesla
Este personaje es uno de los mejores inventores de la historia.
La popularidad de Nikola Tesla como uno de los mejores inventores de la historia ha crecido, gracias a la difusión de sus contribuciones a la ciencia. Su aportación más grande fue la creación de la corriente alterna, sistema que hace posible transmitir energía eléctrica a largas distancias.
El precio de ese legado significó una decisión radical en su vida personal. Nikola Tesla (1856-1943), físico e ingeniero de profesión, manifestó abiertamente su objetivo de eliminar de sus pensamientos todo lo concerniente al amor y romance, porque consideraba que un inventor tenía que decidir entre ceder todo o nada a sus proyectos.
EL ÚNICO AMOR DE NIKOLA TESLA
Quienes se relacionaron con él creyeron que las consecuencias de esa elección se tradujeron en una característica que nunca entendieron de Tesla: su devoción por las palomas. Aunque el científico nació en lo que hoy es Croacia, vivió por mucho tiempo en Nueva York, EUA, donde fundó su propia compañía.
Uno de los encargos comunes que pedía a su secretaria era ir a comprar semillas para aves, pues solía alimentar a las palomas en lugares públicos todos los días. En los cuartos de hotel donde se hospedaba acostumbraba tener un nido y un barril con granos para darles de comer.
A los 65 años, Tesla se enfermó gravemente, por lo que no pudo regresar a su hogar por varios días. Ante dicha dificultad, llamó a su secretaria para darle un mensaje importante.
Le ordenó pedir a la sirvienta del hotel que alimentara a las aves, sobre todo a una “paloma blanca hembra, que tenía toques de luces grises en sus alas”.
Meses después, ya recuperado, avisó a su oficina que se quedaría unos días en casa, ya que su paloma no estaba bien de salud y temía que, al abandonar su cuarto, ella lo necesitara. Fue hasta 1922 cuando la paloma murió y Tesla pidió a un amigo ayudarle a hacer un funeral.
En la década de los 40, el periodista John J. O’Neill, del New York Herald Tribune, entrevistó a Tesla. De la charla resultó un libro donde John expresó que de no haber tenido un testigo que confirmara lo que acababa de escuchar, hubiera estado convencido de que todo se trataba de un sueño. Tesla le había confesado su historia y expresó lo siguiente:
“He alimentado palomas, miles de ellas, por años. Pero había una de ellas, ave hermosa, de blanco puro con rayos grises en sus alas; esa era diferente, era una hembra. La reconocería en cualquier lugar. […] SÍ, amé a esa paloma; la amé como un hombre ama a una mujer, y ella me amaba a mí. […] era una luz real, una luz poderas, deslumbrante y cegadora; una luz más intensa que la que había producido con las lámparas más potentes en mi laboratorio."
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