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El bambú y la pandemia

En general el ser humano es impaciente y busca que cualquier cambio se de de la noche a la mañana.

"La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia.”

Jean de La Fontaine

En general el ser humano es impaciente y busca que cualquier cambio se de de la noche a la mañana, como si se tratara de un bálsamo milagroso que en cuestión de minutos transforma todo frente a sí.

En materia económica y política suponemos que cualquier medida adoptada surtirá sus efectos a los pocos días, sin embargo muchas de esas modificaciones duran meses e incluso años para ver sus resultados cabalmente, especialmente si se trata de reformas de fondo o estructurales

Traigo estos comentarios a colación, en virtud de la gran desesperación e incertidumbre que a veces percibimos en muchas personas que quisieran que la enfermedad desapareciera, que los contagios se acabaran o que las vacunas para combatir el COVID se multiplicaran como por arte de magia y que de esa forma todos estuviéramos vacunados y libres de todo mal.

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante, pero también es necesario que tengamos la paciencia necesaria para darle el tiempo de maduración a esa cosecha a fin de que dé sus frutos. El bambú japonés es un bello ejemplo de esa paciencia, pues su semilla, una vez plantada pareciera que no ha ocurrido nada, pues durante los primeros 7 años de haberla sembrado, simplemente ¡no pasa nada!

Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de tan solo 6 semanas, la planta crece más de 30 metros. Esta afirmación es errónea, pues en realidad la planta ha crecido 30 metros en 7 años y 6 semanas, lo que ocurre es que los primeros años fueron de preparación para terminar con un crecimiento exponencial.

Frente a la pandemia, pretendemos encontrar soluciones inmediatas, aunque en realidad, se requiere de muchos factores que tienen que ver con políticas públicas eficaces, con programas de gobierno que apoyen a la población, pero sobre todo, gran colaboración ciudadana para respetar las leyes, cumpliendo las reglas de la sana distancia y también, apoyos a al sector médico y de investigación clínica, para que todos hagamos nuestro papel en la erradicación de este mal. Al final todo esto es: respeto, tolerancia, amor a México y mucha paciencia.

Es por ello que si bien, nos encontramos en un momento delicado, debemos cumplir cada uno con nuestra parte, evitar las reuniones, viajes innecesarios, etc. Y colaborar, desde nuestras trincheras para que todo esto pase.

No debemos caer en la desilusión de no ver fehacientemente un avance de nuestro país, se requieren, como en el caso del bambú japonés, de tiempo para ver que el esfuerzo de los mexicanos ha tenido éxito, por lo pronto, no hay que desesperarnos, hay que trabajar todos por la meta común.

Es tarea difícil convencer al mexicano impaciente de que solo podemos llegar al éxito si luchamos de manera perseverante, lo importante es que no debemos aflojar el paso y desde luego, exigir a las autoridades que hagan un esfuerzo extra para lograrlo.

Nuestro bambú sigue creciendo, pronto tendremos el resultado esperado, pero mientras tanto, un poco de paciencia y tolerancia, nos puede ayudar a llegar a buen puerto. Las vacunas ya vienen en camino.

*- El autor es asesor empresarial en cabildeo.

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