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La cantaleta

El enorme arrastre con que cuenta el presidente Andrés Manuel López Obrador se debe fundamentalmente a su indiscutible habilidad política para capturar seguidores, simpatizantes, entregas incondicionales a más que su gobierno, su personalidad.

El enorme arrastre con que cuenta el presidente Andrés Manuel López Obrador se debe fundamentalmente a su indiscutible habilidad política para capturar seguidores, simpatizantes, entregas incondicionales a más que su gobierno, su personalidad.

De hecho es un líder que toca con una gran habilidad, los espacio religiosos de la gente y lo sabe hacer. Ningún otro presidente de México como él, en la historia de nuestro país, había tenido la capacidad del convencimiento. Obrador me recuerda mucho a Mahoma o la gran población de los hermanos de Cristo. Cristo salva, dirán permanentemente y ante cualquier circunstancia la hermandad cristiana. Obrador lo sabe en el fondo de su razonamiento. Con frecuencia nuestro Presidente me parece que incluso lleva consigo una escondida sonrisa de prepotencia. Como todo profeta, su palabra es ley; sus verdades no tienen un gran contrapeso de sus adversarios, por lo mismo el Presidente se ríe holgadamente de ellos. Reitero, no tiene adversarios en realidad, tiene críticos y estos le molestan. Por cierto, pero muy al margen, sigue su camino, su trayectoria... nada lo detiene, él lo sabe, pero no dejan de molestarle sus detractores.

El problema fundamental es su nacionalismo, su persistencia quiera o no a volver al pasado priista en muchas de sus medida, la CFE por ejemplo. Su absoluto desprecio a las inversiones que produzca empleo, su nacionalismo ideológico sin duda que lo llevan a creer básicamente en un Estado protector (socialista pues) menospreciando el aprendizaje histórico de la humanidad: El liberalismo. En todos los tiempos de la historia el estatismo, el dominio de un solo hombre en el poder de una sociedad ha sido siempre, invariablemente negativo. Las peores épocas de la Edad Media fueron el feudalismo. Los mejores tiempos han sido indiscutiblemente el liberalismo. Abrir fronteras a comerciantes y caravaneros, aquellos que de Asia a Europa se abrían a la prosperidad relativa. La frontera de los reinos o países por los que transitaban a través de los mares, caminos y ríos. El crecimiento de estas libertades creó una relativa prosperidad y eliminó en lo general, repito, el feudalismo, el dominio de un solo hombre de aquellos gobiernos. Todo el poder del rey, nada que se salga de su dominio. Lamentables épocas de la historia. Así de simple.

Con todas sus bondades el ejemplo se repite en Cuba y Venezuela, pese a que Obrador de manera muy controlada, exageradamente bajo su dominio, permite algunas apertura al poder económico. Solo libertades siempre y cuando no sean estas libertades a la inversión privada. Le molesta la inversión privada y se ríe de ella. Recuerdo el momento en que Ricardo Anaya cuando fue candidato a la presidencia se acercó a Obrador y le reclamó, a Obrador, su desprecio por la inversión cuando estuvo al frente de la ciudad de México. Fue el reclamo específico de Ricardo Anaya en una confrontación y Obrador en respuesta escondió su cartera. El reclamo de Anaya implicaba respuesta específica y Obrador se salió por la tangente, al margen de si hoy Ricardo Anaya se juzgue por posible corrupción. Para los corruptos urge la prisión sin más. Eso es todo.

 

* El autor es artista plástico.

 

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