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La farsa de la revocación

La revocación de mandato es un mecanismo importante de la democracia directa, pero en la convocatoria del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

La revocación de mandato es un mecanismo importante de la democracia directa, pero en la convocatoria del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, de Morena y del anloísmo en general, se ha distorsionado su sentido al presentarlo como un “refrendo” del presidente, o como una segunda forma de votar por él, generando mayor confusión y demeritando su significado.

Es tan confusa y falsa su propuesta que los morenistas han tenido que cambiar la narrativa varias veces, haciéndola todavía más confusa. Primero, como se ha dicho abundantemente, la propuesta de revocación del mandato del presidente surge del mismo presidente, lo cual es verdaderamente inédito. No surge de grupos o ciudadanos inconformes que cuestionen al presidente y busquen someterlo a un referéndum. No, surge del gobierno.

Al surgir del mismo gobierno, no encuentra eco entre la ciudadanía. ¿Ir a votar para que el presidente se quede o se vaya? Es probable que haya algunos ciudadanos que desean que López Obrador deje su cargo desde ahora, pero no es la mayoría. La mayoría quiere que el presidente termine su periodo tal y como está establecido en la constitución.

Es decir, la propuesta de revocación no avanza o no prende porque en realidad nadie quiere “revocar” el mandato del presidente, por muchas razones, ya sea porque la oposición está débil, o porque para una gran mayoría la propuesta es vista como una simple maniobra política para refrendar el apoyo a AMLO y a Morena con vistas a la elección de 2024.

¿Es creíble que un presidente que tiene el 60 o el 65 por ciento de aprobación y el apoyo de amplias franjas de población en todo el país, convoque a revocar su mandato para saber si se queda o se va del cargo? ¿No es absurdo?

Al darse cuenta de que su propuesta no tiene sentido y no prospera entre la opinión pública, el anloísmo se abre de capa y dice claramente: lo que en realidad queremos es “que siga AMLO”. “Queremos un ejercicio democrático para ir a votar por él por segunda vez y poder comprobar que su gobierno tiene mayoría”.

Sin embargo, esta idea tampoco convence a nadie por lo que -de nuevo- el morenismo y el mismo López Obrador dicen que el propósito principal de la revocación es para que quede un “antecedente”, y el mecanismo sirva para otros gobiernos o presidentes. O sea, no es para ahora, es para aprender a hacerlo después, ahora es sólo un ejercicio para que el pueblo aprenda.

Todos estos errores lo que han provocado, hasta ahora, es una vulgarización de lo que significa la revocación de mandato y su objetivo principal, que es pedir cuentas a los gobiernos o a los presidentes. Sin saberlo, tanto el presidente como Morena y la feligresía de ese partido, construyeron una trampa de la que no haya cómo salir.

Para enfrentar su inminente fracaso, todo el gobierno de Morena se ha movilizado, desde el secretario de gobernación Adán Augusto López, hasta sus diputados y gobernadores que utilizan los recursos del erario público para hacer abiertamente una campaña para que la gente salga a votar el 10 de abril, y lo haga para refrendar el apoyo a López Obrador.

Todo el aparato de gobierno de Morena en acción, como en los viejos tiempos del viejo régimen político priista, con acarreos y manipulación de votantes, difundiendo consignas falsas, acusando a la oposición y amenazando al INE por el reducido número de casillas que instalará. En suma, violando la ley una y otra vez.

¿Se puede confiar o asumir que esto es un “ejercicio democrático”? ¿Se puede confiar en un hombre que dice, como AMLO, “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”?

Para que la convocatoria sea exitosa, el presidente necesita que asistan por lo menos los 30 millones que votaron por él en 2018, o bien que voten los mismos que lo hicieron por Morena en la elección de diputados de 2021 (un poco más de 15 millones). La meta no es alcanzar el 40% que exige la ley, sino evitar que sus votantes sean menos que las cifras anteriores.

Si el resultado de las urnas está muy por debajo de estas cifras, es evidente que el gobierno se enfrentará a un escenario muy complicado para las elecciones presidenciales de 2024. El silencio y el vacío de la gente pueden decir más y ser más poderoso que salir a votar, mostrando que también la abstención activa es un arma (política y cívica) en algunas coyunturas.

Votar en uno u otro sentido significa avalar esta farsa y participar de un juego que sirve sólo para apoyar a un líder autocrático y autoritario, desafortunadamente,

*El autor es analista político

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