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Manipulación

Manipular es presentar lo falso como verdadero, lo negativo como positivo, lo degradante como beneficioso.

Manipular es presentar lo falso como verdadero, lo negativo como positivo, lo degradante como beneficioso. En cualquier sociedad se da una general apetencia hacia dos objetivos: el poder económico y el poder político. Ambas formas de poder, cuando se absolutizan, utilizan la manipulación para convertir a las personas en súbditos o en consumidores, en posibles votantes o compradores. La mentira es la forma más sencilla de manipular. El pan y circo de los romanos es quizá el primer ensayo de manipulación de masas con éxito. Entonces y ahora, las campañas que ofrecen el anzuelo de la diversión y del placer tienen a su favor un plano inclinado cada vez más difícil de remontar para quienes empiezan a deslizarse por él. El ser humano busca naturalmente la verdad, tanto en la acción como en la palabra, es la actitud que denominamos veracidad, sinceridad o franqueza, contraria a la mentira, a la simulación o hipocresía. La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar y es el atentado mas directo contra la verdad. Mentir es hablar u obrar contra la verdad para inducir al error al que tiene el derecho de conocerla. La gravedad de la mentira depende de la verdad deformada de la intención del que miente y los daños producidos. Una afirmación contraria a la verdad posee mayor gravedad cuando se hace públicamente. La difusión de consignas, la eliminación de la crítica, la exposición triunfalista de logros parciales o insignificantes van moldeando el cerebro de millones de babeantes que, persuadidos de la bondad del sistema y la incapacidad para pensar por cuenta propia, terminan por dejar sus deberes al estado paternal como simples mascotas. Las jóvenes generaciones no leen, no estudian, no se instruyen, creen saberlo todo y aprenderlo en internet. Internet parece que ha sustituido a la realidad. Es una gran mentira, un espejismo peligroso. La forma más clara de la manipulación es la mentira. En 1983 Fidel Castro dirigía estas palabras a un grupo de periodistas franceses y norteamericanos “Nosotros no tenemos ningún problema de derechos humanos, aquí no hay desaparecidos, aquí no hay torturados, aquí no hay asesinados” el respeto a la reputación de las personas obliga a evitar tres faltas, el juicio temerario, la maledicencia y la calumnia que destruyen el honor y el buen nombre. El honor, reconocimiento social de la dignidad humana, es un derecho natural de la persona. Cuando se transmiten altos contenidos culturales o éticos, la simplificación a costa de la verdad suele acarrear peligrosas consecuencias. Cuando el marxismo hizo creer que todo obrero era buena persona por el simple hecho de serlo y que todo empresario era odioso por la misma razón, fue la simplificación de la lucha de clases. La manipulación de la historia nos ha hecho creer que la época anterior al renacimiento conocida como la edad media fue oscura en todos sentidos, por lo poco que sabemos de ella, por lo poco que nos dejó, por lo brutal del sistema feudal, por su incultura. Sin embargo, la historia medieval es mejor conocida como la historia antigua. ¿Como alguien puede calificar de inculta a la época en la que se inventa la universidad, en donde se construyeron catedrales góticas hoy joyas únicas de la arquitectura?, ¿Cómo pudieron levantar bóvedas de piedra por encima de los cuarenta metros sin conocimientos de las matemáticas y la geometría? Hay quienes se atreven a calificar esa edad como la más brutal de la historia del mundo, cuando el marxismo ha sido calificado como la mas grande empresa carcelaria y que a instancias del estado cobró mas vidas humanas que en toda la historia de humanidad. Es peligrosísimo que un gobernante quiera acabar con la crítica, la libertad de expresión, el honor de las personas y que todos sus gobernados sean animalizados ya que un rebaño es más fácil de manipular que un conjunto de hombre libres, Lenin prometió a todos los dictadores comunistas que, si lograban este objetivo, la sociedad caería en sus manos como fruta madura.

*- El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.

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