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No los Oigo

El país duele, lo digo como padre y como hermano, soy un hijo temeroso de que los míos sigan caminando en este cementerio llamado México.

SOMOS LO QUE HACEMOS

El país duele, lo digo como padre y como hermano, soy un hijo temeroso de que los míos sigan caminando en este cementerio llamado México. Pienso en los miles de hogares rotos, con sillas vacías y con el corazón hecho pedazos por tantos hijos, esposos, hermanos ausentes, pienso en los padres que le agradecen a la pinche autoridad que los escuche mendingándoles el apoyo para poder encontrar los restos de sus seres queridos; me encabrona sentir que la soberbia de nuestros gobernantes, cuidados por policías y vehículos blindados, es un claro escupitajo a la cara de nosotros, los que nos tenemos que rascar con nuestras propias uñas sin podernos dar el lujo de ser parte del problema y “vivir en una zona militar” tal y como lo hace la alcaldesa de Tijuana mientras mantiene a un inepto y corrupto como su segundo de abordo.

Me duele mi estado, mi ciudad y su gente, me parte el corazón ver a las madres buscadoras con la ilusión de encontrar pistas respecto al paradero de sus hijos, me indigna la frialdad de nuestras autoridades que no tienen la mínima empatía de escucharlas y ofrecerles el apoyo necesario para acompañarlos en su dolor. El gobierno de Marina del Pilar dilapidó la partida de recursos destinada a este rubro al realizar compras de equipos que no pueden ser utilizados; compraron lanchas que ni siquiera caben en los canales de nuestro valle; o son muy ineptos o son muy corruptos, o son ambos.

Hace unos días un grupo criminal, uno de esos favorecidos por la pendejez “de abrazos, no balazos”, interceptó a Diego, Uriel, Dante, Roberto y Jaime, todos tenían entre 18 y 22 años, los hijos de puta que los secuestraron obligaron a uno de ellos a matar a sangre fría a los demás; uff, el corazón se congela; ¿En manos de quién estamos?, el presidente insiste en la idiotez de acusarlos con sus abuelas; mire, ya no se trata de estar o no con la “cuarta transformación” el patán de Bonilla vale nada ante la estupidez de un gobierno que le impide a sus fuerzas armadas actuar y en el que los mandos militares, antes motivo de orgullo, hoy sinónimo de vergüenza por haber permitido convertir a la tropa en albañiles y policías de las aduanas mientras el país es rehén de políticos de quinta, desde la presidencia de la República hasta las alcaldías de nuestro estado.

Me enoja escuchar a López Obrador decir chistes idiotas ante la catástrofe que vivimos, juzgue usted, justo el miércoles pasado cuando despedía su mañanera:

-¿De Lagos de Moreno?, preguntó un reportero.

“Ya, ya, ya”, dijo el presidente.

“¿Qué reporte tiene de Lagos de Moreno?”, insistieron.

El presidente contestó:

-Ayer me decía un amigo que le decía su esposa: Que me des 200 pesos para ir al mercado.

-No oigo. Por acá, por el otro (oído).

-Que me des 500 pesos para ir al mercado.

-Mejor los 200

Vi el terror en los ojos de un pobre joven que tuvo que matar a sus amigos de una forma cruel, el alma duele por tanta podredumbre y descomposición; hago votos porque nuestro enojo no sea en vano, dejemos de ser rehenes de nuestro desdén. Lo sostengo: o son muy pendejos o son muy corruptos o son ambos. #MiVotoNoSeToca.

*- El autor es empresario, ex Presidente de Coparmex Mexicali.

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