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Un grito de justicia

Nací un 13 de enero en el Sanatorio  Sagrado Corazón de Mexicali. El doctor que llevaba el caso de mi madre se encontraba de vacaciones, y el nacimiento se complicó, por lo que le pidieron como favor al doctor Gastón Salazar su intervención en el parto.

Nací un 13 de enero en el Sanatorio Sagrado Corazón de Mexicali. El doctor que llevaba el caso de mi madre se encontraba de vacaciones, y el nacimiento se complicó, por lo que le pidieron como favor al doctor Gastón Salazar su intervención en el parto.

Después de horas de trabajar en el alumbramiento, nací pesando casi cinco kilogramos, pero mi madre no salió tan bien librada, sufrió una hemorragia interna que casi le arrebata la vida. Fue una enfermera del turno de media noche que notó su pulso bajo y quien inmediatamente alertó a los especialistas para realizar las transfusiones de sangre.

Gracias a la entrega del personal médico y la vocación por su profesión, pude tener la bendición de contar con una madre maravillosa que me amo desmedidamente, me guió con sabiduría y me hizo feliz en las diferentes etapas de mi vida.

Cuando escuché sobre el caso de Keren Vallejo y luego de darle seguimiento al trágico desarrollo que derivó en una terrible negligencia médica que le arrebató la vida, no puedo dejar de pensar que eso le pudo haber ocurrido a mi madre.

Tampoco puedo dejar de pensar en los doctores de antaño, aquellos con su maletín de cuero negro y sus impecables batas blancas. Aquellos, que como el doctor Salazar, atendían a media noche en las salas de sus casas.

Aquello era compromiso y vocación, hablar de un médico era sinónimo de respeto y agradecimiento. Recorrían las rancherías para atender parturientas, y en los hospitales siempre había un galeno a la diestra del paciente.

Pero cuando vi el Tik Tok de un internista que explicaba cómo escuchó a sus compañeros pasantes decir que a la ginecóloga que atendió el parto de Keren “le dio hueva regresar a quirófano” cuando se le informó que había hemorragia, sentí una gran frustración, porque es una fatalidad que se pudo haber evitado. Aunque, esa declaración “tiktokera” no lo pongo en duda, ni tampoco la doy por hecho, reconozco que en los rumores de pasillo saltan fragmentos de las verdades.

Entiendo que hay momentos que no estas de humor para el trabajo, pero resulta que ese lujo no está reservado para los que deciden estudiar medicina. Si yo como periodista cometo una falla, saldrá impreso al siguiente día y cargaré con la vergüenza de no haber corroborado la información. Pero un doctor está trabajando con la vida de las personas, con lo más preciado de las familias, con el tesoro de la existencia. Se aceptan los errores, pero nunca las negligencias. Si los involucrados en la cesárea se dieron cuenta que había hemorragia, ya que según los médicos y enfermeros que atendieron el caso Keren habría derramado alrededor de 2 mil mililitros de sangre, ¿por qué no la atendieron?

No hubo respuesta, pese a que se encontraba en la Clínica 31 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde se supone que cuentan con todo lo necesario para casos de emergencia. Pero no, a Keren la dejaron desangrarse por no asumir responsabilidad, por flojera, otros por falta de experiencia y otros más por “tapaderas”.

Lo correcto hubiera sido asumir la culpa, pero en un acto por demás vergonzoso, se aprovecharon de la vulnerabilidad del esposo Michael Cortés para que firmará la autopsia clínica y así esconder la deshonrosa negligencia que dejó en el desamparo a dos hijos, uno de ellos el recién nacido.

La entregaron como si se tratara de una muñeca de trapo, vacía por dentro, sin órganos, sin la huella de la mala praxis médica, que aunque la quisieron borrar de la forma más sucia y ruin, los perseguirá por siempre.

Este 8 de marzo se celebra en Día Internacional de la Mujer, por lo que escribo sobre Keren, para que estos actos de negligencia no se repitan y que su lamentable pérdida sea un grito de justicia ante la corrupción que se oculta, disfraza, enmascara, se agazapa en los hospitales.

*Corresponsal de The National Association of Hispanic Journalists (NAHJ)

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