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"Construir comunidad es el mayor reto del Mundo": Carlos Cadena Ortiz

Juan “N” es un niño que se dibujó entre la luz y la oscuridad. Él fue parte de un ejercicio que consistía en que describiera, a través de un dibujo, sus emociones alrededor de dos situaciones: su pasado y su presente. El resultado fue revelador: antes, se sentía en un entorno gris y violento; ahora, se ubica rodeado de un horizonte lleno de colores y acompañado por un sol radiante. El elemento diferenciador es que, hoy, Juan “N” vive en un desarrollo construido por Vinte.

Un entorno sano es probablemente la herramienta y la solución a muchos de los problemas sociales que aquejan a la humanidad, hoy azotada por el aislamiento provocado por la pandemia por Covid-19, por la depresión, la falta de actividad física, la violencia y la polarización.

Son tiempos violentos y divisivos.

De acuerdo con datos de 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 52% de las personas en México se sienten inseguras en los parques y lugares recreativos, 5 mil espacios públicos fueron cerrados durante la pandemia, mientras que se registra un sin número de casos de personas con crisis en su salud mental por el sedentarismo, depresión, aislamiento y falta de integración social.

“Rescatar el espacio público es el mayor reto del mundo”, afirma Carlos Cadena Ortiz de Montellano, presidente de la Fundación Vinte, quien desliza una recomendación para romper con estas inercias: “Para que aparezca la empatía, el primer paso es que debemos voltear a vernos y reconocernos para después buscar cuál es la justificación del encuentro. Podemos discutir, pero vamos reconociendo en qué sí coincidimos”.

Cada año, Vinte, a través de su Fundación, organiza un concurso de Dibujo en el que se manifiesta el sentir de quienes habitan sus desarrollos, pero también despliega un novedoso sistema que pretende crear micro sociedades sostenibles a través de un Plan Maestro Comunitario que, en esencia, pretende reducir la percepción de inseguridad y, sobre todo, construir un tejido social robusto.

“Estos esfuerzos que hacemos quizá están salvando a alguien de la droga, del alcoholismo, la depresión o de que ingrese a la cárcel por cometer un delito. A través de estas acciones brindamos soluciones y probablemente prevenciones a diversos conflictos sociales”, asegura Carlos Cadena Ortiz de Montellano, también socio fundador de Vinte.

Ésta es la historia de éxito de la desarrolladora de vivienda, para romper con la división que se registra en sus entornos y cómo, por añadidura, mejora la calidad de vida de sus habitantes.

Objetivo: Procurar la sana convivencia

Los desarrollos inmobiliarios construidos por Vinte han sido reconocidos, incluso, por organismos financieros internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, dado que su enfoque está puesto en una misión que va más allá de levantar techos con cemento, tabiques y trabes metálicas: construir comunidad.

Así, bajo ese propósito, el 4 de febrero de 2020 nació la Fundación Vinte.

Carlos Cadena cuenta el racional que en aquel entonces dio vida a esta iniciativa: “Pasaron por nuestra mente muchas causas por resolver con muchos modelos de gestión. Pero la respuesta estaba frente a nuestros ojos: contribuyamos con algo que hacemos de manera sobresaliente y que está vinculado con el tejido social, con poner las condiciones para que aflore en una comunidad el sentido social profundo”.

La filosofía de la Fundación Vinte se basa en dotar de un amplio significado el término de “casa”, como el espacio en el que una familia pasará la mayor parte de su vida. Así, no se trata de un producto efímero sino de un elemento que toca profundamente la vida de las personas.

A partir de esa conceptualización, la Fundación Vinte abrazó el propósito de construir comunidad. “Pensamos en hacer casas para procrear una serie de condiciones que procuren una sana convivencia, un tejido social donde las familias puedan dar paso a una amistad o simplemente a una convivencia respetuosa”, afirma Carlos Cadena Ortiz de Montellano.

Éste es, a grandes rasgos, el proceso que Vinte diseñó para impulsar un estilo de vida de barrio:

  • Considerar un componente arquitectónico integral para sus desarrollos
  • No construir casas en calles abiertas
  • Diseñar grandes espacios que puedan albergar, en promedio, privadas de 60 casas o más
  • Habilitar organizaciones con representación vecinal dedicadas a administrar cuotas mensuales pagadas por los mismos vecinos para gestionar el mantenimiento de sus espacios comunes
  • Organizar actividades sociales; por ejemplo, convivencias para celebrar diversas festividades, ligas de fútbol, clubes de lectura, pláticas para padres, cursos para parejas, entre otras
  • Ofrecer desde el día 1 áreas comerciales operadas algunas veces por la comunidad.
  • Contar con herramientas para la medición de indicadores de bienestar


Hasta el momento, Fundación Vinte ha apoyado comunidades en 7 entidades de México (Ciudad de México, Estado de México, Querétaro, Hidalgo, Puebla, Monterrey y Quintana Roo) donde muestran cuatro elementos fundamentales: identidad comunitaria y sentido de pertenencia; fortalecimiento en el tejido social; desarrollo social comunitario; mejora en la calidad de vida de las comunidades intervenidas.

Promovamos el encuentro Carlos Cadena

El éxito de la fórmula de Vinte para construir microsociedades sostenibles ha salido de sus propias fronteras.

La desarrolladora de vivienda desplegó una estrategia para acercarse a las autoridades de gobierno y trabajar de la mano. Así, vino el rescate de muchos espacios públicos que no solo se encontraban en el absoluto abandono, sino que habían sido capturados por el narcomenudeo, la violencia y el crimen. Al cierre de esta historia, más de 15 mil 500 metros cuadrados de espacios públicos han sido rehabilitados.

“Empezamos a recuperar espacios a través de una intervención social y arquitectónica, hicimos partícipes a los vecinos y empezamos a modificar liderazgos. A partir de esas interacciones, surgió el tejido social y la interacción positiva”, cuenta Carlos Cadena Ortiz de Montellano.

La noche del 18 de enero de 2019 tuvo lugar la mayor tragedia por robo de combustible en la historia de México; 137 personas murieron tras la explosión en una toma clandestina de combustible detectada en el ducto Tuxpan-Tula de Petróleos Mexicanos, ubicado en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo, a 100 kilómetros de la Ciudad de México. El suceso desveló una actividad ilícita, el ‘huachicoleo’ de combustible, que estaba profundamente enraizado entre los habitantes de la región.

La primera intervención que Fundación Vinte tuvo afuera de sus desarrollos tuvo lugar cerca de ahí, en las comunidades de El Pedregal y San José, donde ha sido posible transformar las condiciones de vida de los lugareños y contar con la colaboración de niñas y niños, padres de familia, profesores, directores de escuelas, autoridades de gobierno y hasta de entrenadores de las ligas regionales de fútbol.

Ahora, en la zona empiezan a registrarse condiciones para una convivencia sana y constructiva bajo un principal objetivo: fomentar la organización de la comunidad, apoyar en la educación para el empleo, consolidar un espacio público incluyente, dinámico y de esparcimiento social y deportivo para los habitantes de la comunidad.

“En la Fundación Vinte estamos en la cultura de la promoción del encuentro. Todos pensamos diferente pero no hay que olvidarnos de nuestra condición de personas, de reconocer nuestras diferencias y de buscar nuestras coincidencias. Nuestra coincidencia puede ser un balón de fútbol, un club de ajedrez, una plática para parejas. Ahí puede estar la justificación para sentarnos en la misma mesa y divertirnos un rato, así como acentuar nuestra convivencia y pertenencia a una comunidad”, concluye Carlos Cadena Ortiz de Montellano.

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