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'Las Poquianchis', las asesinas en serie mexicanas que sembraron el terror

Las hermanas Delfina, María de Jesús, María del Carmen y María Luisa, mejor conocidas como "Las Poquianchis", sembraron terror entre mujeres menores de edad por una larga época, motivo por el que se les recuerda como las mayores asesinas seriales de México.

'Las Poquianchis', las asesinas en serie mexicanas que sembraron el terror

GUADALAJARA, Jalisco.- Delfina, María de Jesús, María del Carmen y María Luisa, cuatro hermanas del matrimonio Torres Valenzuela, una familia compuesta por Isidro Torres y Bernardina Valenzuela en Jalisco; quedaron en la historia oscura de México.

 

Conocidas como 'Las Poquianchis', estás hermanas sufrían junto a su madre, una ferviente católica, del maltraro de su padre, un alguacil de la localidad bastante temperamental y agresivo que abusaba de su poder, de acuerdo a lo recogido por programas como "La historia detrás del mito", de TV Azteca.

María huye de casa

Isidro llegó a tal grado de violencia contra su familia, que María del Carmen, una de sus hijas, optó por escapar de su casa en compañía de su novio Luis. No obstante, Isidro, la buscó desesperadamente y al dar con ella la golpeó en repetidas ocasiones para después encarcelarla.

 

El padre de 'Las Poquianchis' cumplió con una orden de aprehensión de Félix Ornelas, un delincuente que era muy buscado en la época, pero al realizarla mató al criminal con varios disparos en la espalda, acciones ilegales ya que el detenido no opuso resistencia alguna.

 

Por este acto, Isidro huyó y se volvió prófugo de la justicia, mientras su hija María del Carmen pasó 14 meses presa hasta que el dueño de un abarrotes, con el que la mujer había tenido una relación amorosa, pagó su fianza. Así, María quedó libre y tuvo un hijo de este hombre.

Delfina Gonzalez Valenzuela

Crean su burdel

En 1935, las hermanas, inmersas en la pobreza, decidieron todas pedir empleo en una fábrica textil, pero los salarios eran sumamente bajas para sus necesidades.

 

Razón por la que en 1938, con el fallecimiento de sus padres, las hermanas reparten su herencia y Delfina, la hermana mayor, con su parte de dinero, abre su primer burdel en El Salto, Jalisco, donde no era permitido este tipo de negocios.

 

Sin embargo, un día hubo una riña dentro del establecimiento que fue reportada a las autoridades, quienes tras llegar e inspeccionar el lugar, lo clausuraron.

 

Mudan el prostíbulo

En 1954, instalan en Lagos de Moreno un nuevo burdel nombrado "Guadalajara de Noche", y para asegurarse que no lo cierren, Delfina soborna a las autoridades e incluso al alcalde del lugar con dinero y favores sexuales.

 

El siguiente paso de "Las Poquianchis" fue hallar mujeres para que prestaran su servicio, y bajo engaños trajeron no solo a varias menores de edad de entre 12 y 14 años, sino que a familias de las niñas.

Contaban que trabajarían ayudando en una granja pero era para que fueran víctimas de trata sexual. Quien se oponía era torturada y en ocasiones asesinada.

 

El sitio se popularizó, Delfina tenía más ingresos a costa de la explotación de menores y repartía muy poco a quien tenía exclavizadas. Trascendió que las alimentaba solo con una tortilla y unos cuantos frijoles, una vez por día

 

Y no solo eso, se habla de que las obligaba a que con parte de sus escasos ingresos, las víctimas sexuales debían regalarle detalles como ropa, zapatos,etc. 

Cientos de menores eran reclutadas, amenazadas, maltratadas y forzadas para sostener relaciones sexuales con los clientes. Tras baños de agua helada y en ocasiones con hielos, las niñas, con vestidos cortos, eran mandadas a la calle para conseguir clientes, a quienes debían tratar de la mejor manera si querían seguir con vida.

 

Desechadas a los 25

Al cumplir 25 años, las hermanas creían que las mujeres ya no les servían, por lo que pedían que una especie de verdugos se las llevaran para encerrarlas en cuartos muy estrecgos y dejarlas sin alimentar hasta que fallecieran. 

 

En otras ocasiones, los verdugos se deshacían de las mujeres con golpes, quemándolas vivas o al lanzarlas de cierta altura. Para ocultarlas simplemente cavaban un hoyo y las enterraban.

 

También, quienes resultaran embarazadas eran asesinadas o se les practicaban abortos forzados y muchas de ellas perdían la vida por las condiciones insalubres en las que se hacían. Se dice que alguna vez permitieron que una tuviera un bebé, pero solo para que este fuera vendido.

 

Sus condiciones de vida eran tan malas, que se cuenta que un cliente frecuente, regaló un costal de cacahuates para alimentarlas pero al comer demasiado, una de ellas murió luego de que su estómago se inflamara.

Poquianchis contrataban verdugos

Además de tener choferes, vigilantes, entre otras cosas, "Las Poquianchis" contrataban hombres para hacer el "trabajo sucio".

Ellos se encargaban de acabar con la vida de quienes estuvieran en su contra o ya no fueran útiles en el negocio.

Si bien las hermanas nunca mataron con sus propias manos, tenían personas a las que les daban esas órdenes de asesinar.

Ante esta hostilidad, buena parte de las víctimas de trata preferían ganar la confianza de "Las Poquianchis" y para así cuidar el lugar o castigar a otras compañeras.

Arresto y muerte

En 1964 se mueven al Rancho San Ángel, ahí, Catalina Ortega, logró huir del lugar para denunciar ante la Comandancia de León, Guanajuato.

A los días, la Policía llega al rancho y captura a Delfina, María de Jesús, María del Carmen y María Luisa junto a todas sus ayudantes. "Las Poquianchis" finalmente caían ante la justicia bajo los cargos de asesinato, secuestro, tortura pero negaron su culpa y se pronunciaron inocentes.

Ante la negativa y como parte de las investigaciones, las autoridades catearon sus sitios y encontraron más de 90 restos y cadáveres de las mujeres que habían sido asesinadas.

 

Con estas pruebas, fueron condenadas a 40 años de prisión.   Delfina, conocida como La Poquianchis Mayor, falleció a los 56 años en la cárcel de Irapuato, el 17 de octubre de 1968; María Luisa, apodada “Eva La Piernuda”, perdió la vida en su celda de la cárcel municipal de Irapuato en noviembre de 1984 luego de ser consumida por un cáncer hepático y María de Jesús fue la única que falleció en libertad.

Con información de Alarma, La Historia detrás del Mito (TV Azteca).

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