Retos y oportunidades del sistema educativo frente al COVID-19
La situación se complica para la mayor parte de los alumnos que asisten a escuelas del sistema público.
CIUDAD DE MÉXICO.-La suspensión de clases ordenada por las autoridades federales debido a la pandemia del COVID-19 ha puesto sobre relieve la desigualdad e inequidad social que prevalece en nuestra sociedad, siendo muestra de ello el tipo de educación a la que accede la población en los distintos sistemas de educación básica (preescolar, primaria y secundaria), educación media, educación superior y de capacitación para el trabajo.
El pasado mes de marzo inició la Jornada Nacional de Sana Distancia y a partir del día 23 se suspendieron las clases en todos los sistemas escolares; más de 36 millones de estudiantes fueron confinados en casa, quedando su formación académica en función del uso y manejo de diversas tecnologías de información y comunicación (TIC), así como del apoyo familiar, en el caso de estudiantes de educación básica.
Para una parte de la población escolar estudiar en casa debido al confinamiento no les implicó grandes complicaciones, al parecer por su posibilidad de acceso, uso y manejo de las TIC, condiciones que les han permitido continuar su formación escolar a distancia.
Se trata de una población en situación de privilegio; la mayoría inscrita en escuelas privadas, que están habilitadas con herramientas tecnológicas, a las cuales pueden acceder los alumnos y maestros para organizar, monitorear o dar seguimiento al curso. Servicios y herramientas que también están disponibles en los hogares de estos estudiantes, lo que les permite sostener videollamadas con sus profesores(as) y compañeros(as) de clase, realizar tareas, actividades y compartir y recibir asesorías a través de plataformas virtuales. Es decir, este grupo de estudiantes están capacitados y familiarizados con el uso y manejo de las TIC y cuentan con ellas en sus escuelas y hogares. Todo esto facilita que les sea posible continuar con su educación en y desde casa.
La situación se complica para la mayor parte de los alumnos que asisten a escuelas del sistema público. Estadísticas del Sistema Educativo Nacional relativas a la modalidad escolarizada de los cuatro sistemas escolares correspondientes a educación básica, educación media superior, educación superior y capacitación para el trabajo, refieren para el ciclo escolar 2018-2019 (SEP, 2019), un total de 265,277 escuelas, 2’100,277 docentes y 36’635,816 estudiantes, de los cuales 81.6%, 76.9% y 85.5%, respectivamente, corresponden al sistema público.
En estas cifras sobresale la participación del sistema de educación básica (preescolar, primaria y secundaria), sobre todo las de tipo público (85%), que aglutinan 85% de los maestros y 86% de los estudiantes. Una situación similar se aprecia en el estado de Sonora: el sistema educativo lo conforman 4,948 escuelas y 47,014 maestros que atienden a 853,113 estudiantes, siendo la mayor parte del sistema público (79.6%, 80.9% y 86.2%, respectivamente); en educación básica el porcentaje de participación del sistema público se eleva a 81.8%, 81.9% y 85.2% de 4,368 escuelas, 26,246 maestros y 567,701 estudiantes en total, respectivamente.
La misma fuente (SEP, 2019) da cuenta de las carencias en materia de infraestructura y servicio que presentan las escuelas del sistema educativo nacional. Por rubro, el porcentaje de centros que reportaron carecer de algún tipo de servicio e infraestructura fue el siguiente: 28.3% no tienen acceso a agua potable, 33.3% no cuentan con lavado de manos, 13.3% carecen de electricidad, 45.7% carecen de computadora y 62.3% no tiene conexión a internet, entre otros. Conviene precisar que estas estimaciones incluyen a las escuelas del sistema privado, por lo que el porcentaje de escuelas que reporta carencias se elevaría de considerar solo a las públicas, incluso las disparidades serían más evidentes de reportar este tipo de datos por entidad federativa, por tipo de localidad (urbana o rural) y por sistema público o privado de adscripción.
Este tipo de carencias junto con las condiciones económicas que prevalecen en los hogares de la mayor parte de las familias de México son las que dificultan continuar el ciclo escolar en casa.
El programa Aprende en Casa impulsado en México para este periodo de confinamiento por causa del COVID-19, con base en los libros de texto gratuitos y la TV abierta, pretende alcanzar una cobertura del 94% de los estudiantes de educación básica y media superior en el país. El programa contiene más de 1,140 programas dirigidos a estudiantes del sistema preescolar, primaria, secundaria y bachillerato, además de la capacitación del magisterio; se complementa con 444 programas radiofónicos para educación básica, traducidos a 15 lenguas indígenas (cora, maya, rarámuri, entre otras), con el fin de llegar a las zonas más alejadas del país.
Las escuelas públicas cuentan con docentes que voluntariamente o a petición de padres de familia organizados han continuado con actividades académicas de forma virtual, aunque es difícil dar por sentado que todos los estudiantes cuentan con TV, internet en casa o acceso a un dispositivo móvil como una tableta electrónica o una computadora portátil. Tampoco se puede garantizar que todos los padres de familia tuvieron la fortuna de aislarse en casa como medida preventiva ante la pandemia del COVID-19, ya que en muchos casos están obligados a cumplir una jornada laboral con normalidad, fuera de casa.
El 18 de mayo y primero de junio se han planteado como fechas de retorno a clases, de manera gradual, según cada municipio o localidad esté en posibilidad de hacerlo (si mantiene las condiciones y los municipios aledaños también están fuera de riesgo). Aún quedan por definirse los criterios o controles protocolarios que serán la base para el regreso, qué cuidados habrán de seguirse para mitigar riesgos y evitar que repunte la epidemia.
Si bien es cierto que el COVID-19 tomó desprevenidos a todos los sectores de la sociedad e incluso a los países más desarrollados, también es verdad que ha puesto sobre la mesa la imperiosa necesidad de revisar y atender esas brechas sociales que prevalecen en nuestro planeta y que, hoy por hoy, se reproducen en los sistemas escolares.
Falta mucho por hacer para acortar tanta disparidad e inequidad social. La problemática develada por el COVID-19 exige una participación más activa y comprometida de la sociedad civil, mayor responsabilidad, organización y compromiso para cambiar condiciones tan dispares. Empecemos por revisar, cuidar, exigir, cooperar y exigir mejores condiciones de infraestructura y servicios para las escuelas públicas que conforman el sistema educativo nacional y a las cuales asiste la mayor parte de los estudiantes del país. Y, en el corto plazo, por cuidar, vigilar y colaborar con la correcta implementación de los protocolos y medidas sanitarias que garanticen la reincorporación a clases sin poner en riesgo a nuestra comunidad escolar.
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