¿Qué es el sports-washing? La práctica que habría utilizado Rusia y Qatar en el FIFAGate

Una de las cuestiones más criticadas hacia la FIFA en los últimos años ha sido la elección de las sedes de los mundiales. Para los aficionados, estas selecciones han parecido inusuales, ya que fueron decididas por razones que la organización no ha detallado de manera clara. Además, se han sumado múltiples polémicas a una decisión que ya era controvertida.

Dentro de toda la polémica un término conocido como sports-washing, haciendo referencia a un lavado de imagen hacia algún territorio utilizando eventos deportivos importantes.

¿Qué implica el sports-washing?

El término “sports-washing” se deriva de “whitewashing”, que significa encubrir faltas o malas acciones. En este caso, el deporte se utiliza como una herramienta para “lavar” la imagen de gobiernos o empresas y proyectar una apariencia favorable. Aunque el concepto ha ganado notoriedad en los últimos años, el uso del deporte con fines propagandísticos tiene una larga historia.

México

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Los objetivos de realizar esta actividad casi siempre están destinados a mejorar la reputación internacional de algún país que no pasa por la mejor situación política y necesita del evento para que la problemática pueda pasar a segundo plano ante la presión mediática.

Al mejorar su imagen, los países también esperan atraer inversiones extranjeras y turismo, impulsando su economía.

Los países que enfrentan críticas por corrupción, violaciones de derechos humanos o políticas represivas utilizan el deporte como un mecanismo para generar distracción y reducir la presión internacional.

Los mundiales de Rusia y Qatar

En 2010 se dieron a conocer las sedes para los mundiales de 2018 y 2022, correspondiendo a Rusia y a Qatar respectivamente como las encargadas de preparar a su territorio para la llegada de la Copa del Mundo.

De entrada la decisión resultó extraña al tratarse de países que no estaban muy involucrados en el mundo del fútbol, mucho más en el caso de Qatar que el de Rusia, quien era un participante habitual en las competencias de su confederación y el mundial.

Rusia ganó la sede del Mundial de 2018 en medio de acusaciones de sobornos a funcionarios de la FIFA. En ese momento, el país enfrentaba críticas por su intervención militar en Ucrania, la anexión de Crimea en 2014, y su historial en la represión de derechos civiles y la libertad de prensa.

Por su parte, Qatar tuvo una visualización sumamente crítica desde el inicio de su designación como sede, as condiciones climáticas extremas, y su escaso historial futbolístico. La atención se centró en la explotación laboral de miles de trabajadores junto al señalamiento por su represión de los derechos de las personas LGBTQ+ y la falta de libertad de expresión. Sin embargo, al organizar el Mundial, Qatar trató de mejorar su imagen global, presentándose como un país moderno y hospitalario.

Un informe del periódico The Guardian estima que alrededor de 6,500 trabajadores de países como India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka murieron en Qatar entre 2011 y 2020 en el proceso de la construcción de los estadios, aunque estos datos son negados por las autoridades catarís, quienes solo confirman 500 muertes.

Relación con el FIFAGate

El FIFAGate, un escándalo de corrupción destapado en 2015, reveló cómo varios funcionarios de la FIFA aceptaron sobornos a cambio de otorgar derechos de organización de la Copa del Mundo a países como Rusia y Qatar.

Este esquema involucró millones de dólares en pagos ilegales a cambio de influencias para la elección de sedes, lo que permitió que gobiernos autoritarios utilizaran el deporte como una herramienta de propaganda. La investigación del Departamento de Justicia de EE. UU. expuso la magnitud de los sobornos, y tanto Rusia como Qatar quedaron bajo sospecha por el uso de este método para obtener las sedes​