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Como identificar la violencia económica con 3 ejemplos, la número 4 de violencia más común en mujeres en México

La violencia económica es una forma de abuso que limita la autonomía y el bienestar de las mujeres, pero puede identificarse y detenerse con el apoyo adecuado.

MÉXICO. — La violencia económica ocupa el cuarto lugar entre las formas de violencia hacia las mujeres, después de la violencia física, sexual y psicológica, según datos de la Secretaría de Gobernación (SEGOB). Esta violencia, que a menudo pasa desapercibida, afecta principalmente a las mujeres en el ámbito familiar y de pareja. En México, un 63.3% de los casos ocurren en el hogar, un espacio donde históricamente las mujeres han sido relegadas a realizar trabajos no remunerados, lo que las coloca en una posición de vulnerabilidad y dependencia económica.

Control absoluto de los ingresos: una forma de sometimiento económico

Uno de los ejemplos más comunes de violencia económica es el control absoluto de los ingresos de la mujer. En este tipo de abuso, el agresor maneja todos los recursos financieros, desde el salario hasta los ahorros personales de la mujer. En muchos casos, la víctima no tiene libertad para decidir cómo gastar o ahorrar su propio dinero.

Cómo identificarlo: Si la mujer no tiene acceso a una cuenta bancaria propia, ni puede realizar compras básicas sin la aprobación de su pareja, esto es un claro indicio de control económico. Además, el agresor puede darle una asignación mínima para cubrir necesidades esenciales, como alimentos y ropa, restringiendo sus posibilidades de tomar decisiones financieras.

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Según el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), este tipo de control económico puede afectar gravemente la autoestima y la autonomía de las mujeres, limitando su capacidad para tomar decisiones y vivir de manera independiente.

La obligación de asumir deudas o gastos innecesarios

Otro comportamiento abusivo en el marco de la violencia económica es el obligar a la mujer a asumir deudas o gastos innecesarios. En este caso, el agresor utiliza el nombre de la mujer para adquirir deudas, como préstamos o tarjetas de crédito, sin su consentimiento. Esto genera una carga económica que la mujer no puede manejar, y en algunos casos, ni siquiera sabía que existía.

Cómo identificarlo: Las mujeres que reciben cobranzas o amenazas de deuda que no contrajeron personalmente deben estar alerta. Además, si el agresor las obliga a firmar documentos o tomar préstamos que ellas no pueden pagar, esto es un claro signo de abuso financiero. En ocasiones, los agresores usan el nombre de la víctima para adquirir productos o servicios sin su conocimiento o consentimiento.

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De acuerdo con la ONU Mujeres, el control económico es una de las tácticas más efectivas para mantener a las mujeres en una situación de sometimiento, ya que limita su capacidad para tomar decisiones fundamentales para su bienestar.

Descalificación de la capacidad financiera de la mujer

Finalmente, una forma más de violencia económica es la descalificación de la capacidad de la mujer para generar ingresos o controlar su vida financiera. En estos casos, el agresor humilla o menosprecia las decisiones laborales de la mujer, impidiéndole avanzar profesionalmente o poniéndole obstáculos para que consiga un empleo estable.

Cómo identificarlo: Si el agresor constantemente le dice a la mujer que no es capaz de manejar su propio dinero, o que no debería trabajar a pesar de que ella tenga las habilidades y deseos de hacerlo, es una señal clara de violencia económica. En algunos casos, el agresor incluso ejerce presión para que la mujer abandone su empleo o acepte trabajos mal remunerados, limitando su independencia económica.

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Este tipo de violencia, aunque menos visible que otras formas de abuso, tiene un impacto directo en la autonomía y el bienestar de las mujeres, y afecta su capacidad para tomar decisiones libres y vivir con dignidad.

La violencia económica, un problema estructural


La violencia económica hacia las mujeres es un reflejo de las desigualdades estructurales que persisten en muchas sociedades. Según la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM), las mujeres que enfrentan este tipo de violencia se ven obligadas a depender económicamente de sus parejas o familiares, lo que las coloca en una posición de vulnerabilidad.

Expertos indican que este abuso no solo afecta la vida cotidiana de las mujeres, sino que también perpetúa la violencia de género, al mantener a las mujeres en situaciones de desigualdad y dependencia. La violencia económica se convierte así en una forma de control psicológico y físico, que afecta la vida emocional, laboral y personal de las víctimas.

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