¿Pobres porque quieren? Académico mexicano derrumba mitos de la meritocracia y propone soluciones para combatir la desigualdad

CIUDAD DE MÉXICO.- Máximo Jaramillo Molina, académico de la Universidad de Guadalajara y activista, abordó los mitos más comunes que giran en torno a la meritocracia, esa idea popular que sostiene que las personas que llegan a la cima de la sociedad lo hacen gracias a su esfuerzo y talento.

Según Jaramillo, esta narrativa no solo es equivocada, sino que también perpetúa las desigualdades sociales en países como México.

La Meritocracia: Un mito peligroso

Jaramillo explicó que la meritocracia promueve la idea de que las personas en la cima son las más trabajadoras y talentosas, mientras que los pobres son vistos como personas que no hacen suficiente esfuerzo. Sin embargo, el académico desmonta este mito, argumentando que la pobreza no es una cuestión de voluntad o falta de esfuerzo.

“Es una narrativa equivocada. Los pobres no son pobres porque quieren, y levantarse a las 5 de la mañana no te volverá millonario”, afirmó.

El académico también señaló que, a pesar de los discursos meritocráticos, las mismas familias siguen dominando las élites económicas del país. Jaramillo asegura que, aunque se cambien los términos de la narrativa, como de “aristocracia” a “meritocracia”, las élites siguen siendo las mismas, y las desigualdades continúan creciendo.

La narrativa se introduce durante los años del neoliberalismo para explicar supuestamente la desigualdad en la sociedad, aunque en realidad siguen siendo las mismas familias que estaban antes, que no se llamaba meritocracia, y seguramente las mismas que cuando se llamaba aristocracia. Al final de cuentas, las élites siguen siendo las mismas, aunque el discurso y la forma de justificarlo sean distintos”, explicó, en una entrevista con El Universal.

“Al final de cuentas tenemos esta narrativa que supuestamente justifica la gran desigualdad extrema con la que vivimos en el país, a pesar de que en la realidad no se verifica con los datos”, aseveró.

La pobreza, según Jaramillo, tiene causas estructurales que no se pueden resolver solo con un cambio de actitud.

La segregación social alimenta la creencia en la meritocracia

Jaramillo también señala que la segregación social en ciudades como la Ciudad de México y Guadalajara contribuye a que la gente no entienda las realidades de los distintos estratos sociales.

Explica que, dado que los ricos tienden a relacionarse entre ellos y los pobres entre sí, resulta sencillo aceptar los mitos meritocráticos.

“Al solo convivir en estratos de pobreza, incluso a veces ni siquiera conocer tan cual qué tan grande es la riqueza de las élites del país, pues creen estas historias de que los más ricos del país le echaron muchas ganas y que a los 5 años, a los 10 años, empezaron a vender dulces a su familia y que a partir de ahí se veía su espíritu emprendedor y se levantaban a las 5 de la mañana y no sé qué más”, cuenta.

Mitos sobre los programas sociales

Uno de los mitos más dañinos que Jaramillo critica es el de la dependencia de los programas sociales. Se ha dicho que las personas que reciben apoyos del gobierno se vuelven dependientes y que, incluso, buscan tener más hijos para recibir más dinero.

Según el especialista, esto es completamente falso. Los datos muestran que los programas sociales en México son insuficientes para sostener a una familia por sí solos. Además, el presupuesto destinado a estos programas es muy bajo.

El problema de los impuestos en México

Otro tema que Jaramillo tocó fue el sistema fiscal en México, que, según él, no es progresivo. Aunque la clase alta paga más impuestos en términos absolutos, también consume una parte mucho mayor de la riqueza del país.

Jaramillo comparó esta situación con un grupo de ocho personas compartiendo una pizza: la persona más rica se come la mayoría de las rebanadas y, aunque paga por la mitad, sigue disfrutando de una gran parte de los recursos.

Alternativas para combatir la desigualdad

Jaramillo propone una serie de soluciones para reducir la desigualdad. Una de sus propuestas más destacadas es el ingreso básico universal, un sistema que permitiría a todas las personas, independientemente de su situación laboral, recibir una transferencia mensual que garantice una vida digna. Esta medida no solo ayudaría a los más pobres, sino que también les daría la libertad de negociar mejores condiciones laborales.

Señala que es necesario “cambiar el enfoque de estas políticas universales, por ejemplo, a que en lugar de ser becas porque estés estudiando, lo que deja fuera a los niños y niñas de esa edad que no están estudiando, más bien que sean transferencias universales a las personas que tengan cierta edad, no digamos todos los jóvenes y niños, niñas, incluso la primera infancia, que podrían recibir una transferencia por parte del gobierno. Eso, en algún momento, podría construir algo que conocemos como el ingreso básico universal, que para mí es una de las propuestas más liberadoras en el mundo, que es que el Estado, la sociedad, te transfiera un dinero de forma mensual, de la forma que sea, siempre que sea suficiente para una vida digna, más allá de cualquier otra cosa: más allá de que trabajes o no trabajes. Lo que muestran los datos es que, de todos modos, las personas trabajan; no es que dejen de trabajar porque reciben eso, pero tienen más opciones".

Finalmente, Jaramillo hizo un llamado a la acción, subrayando que, a nivel global, la desigualdad está aumentando, y el consumo desmesurado de las élites es insostenible. La crisis climática es solo una de las consecuencias de este modelo económico. El activista destacó que es urgente cambiar la forma en que entendemos la distribución de la riqueza y cómo combatimos la desigualdad.

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