Valle de Bravo: La tranquilidad y la naturaleza se transforman en el punto clave de inversión en México

A dos horas y media de las ajetreadas calles de la Ciudad de México se encuentra una joya oculta conocida como Valle de Bravo, un pueblo mágico que descansa junto a un lago donde los visitantes tienen la oportunidad de practicar kayak, esquí acuático, navegación y más, a lo largo de los muelles de los clubes náuticos donde se pueden rentar lanchas o motos acuáticas. Sin embargo, en los últimos años, Valle dejó de ser un simple destino vacacional y se ha transformado en una zona residencial con un área privilegiada para inversiones.

Específicamente, el área conocida como Acatitlán se ha consolidado como una zona de inversión líder en Valle de Bravo. Esto no solo se debe a su clima templado, belleza natural y ubicación estratégica cerca de la carretera que conecta con el pueblo, Avándaro y la Ciudad de México, sino también porque es un área en rápido crecimiento que ofrece servicios, centros de entretenimiento y espacios comunitarios.

Esta transformación es evidente con la creación de escuelas como Los Caracoles y Montessori Valle de Bravo, así como con proyectos comerciales de la magnitud de Barrio 28 y Garden de Walo. Ahora, la gente no visita Acatitlán solo por unos días de descanso, sino que llega buscando una nueva forma de vida.

Por ejemplo, en Rincón Acatitlán, se está desarrollando un proyecto residencial integral único, ubicado en una extensión de 15 hectáreas de montañas y cañones, enclavado en el bosque de Acatitlán. El proyecto cuenta con lo mejor en arquitectura y diseño de interiores, con las últimas tendencias en materiales y acabados para maximizar la eficiencia energéticay reducir las emisiones de CO₂.

Más sobre Valle de Bravo

Más allá de las atracciones turísticas del lago, los proyectos residenciales y las actividades, Valle de Bravo es un excelente lugar para descubrir la riqueza cultural de México.

Su nombre original fue Pameje, de origen Mazahua, y cambió durante los primeros años de la Colonia cuando se le otorgó el título de San Francisco del Valle de Temascaltepec. Años más tarde, en la segunda mitad del siglo XIX, adoptó el nombre sencillo con el que lo conocemos hoy en honor al General Nicolás Bravo.

Este encantador pueblo mágico tiene una historia cautivadora que precede a la era colonial. Por ejemplo, junto al Jardín Central de la Plaza Independencia, se encuentra la parroquia dedicada a San Francisco de Asís. Según México Desconocido, la construcción de esta iglesia comenzó en 1880, y aún conserva una torre del siglo XVI y un campanario de cantera.

Otro aspecto vital de Valle de Bravo es su mercado de artesanías, que exhibe las producciones artesanales de tres grupos étnicos importantes de México: Los Matlazincas, Los Mazahuas, y Los Otomíes.

Aquí, los visitantes pueden descubrir trabajos textiles, la característica cerámica de barro café de la región, cerámica de alta temperatura, joyería de oro y plata, trabajos en hierro forjado para macetas, puertas y ventanas, además de delicados trabajos en madera.

Valle de Bravo también es reconocido como un santuario de bienestar, relajación y cultivo espiritual. Desde tiempos prehispánicos, las comunidades indígenas han utilizado temazcales(baños de vapor) como baños comunales. Estas estructuras no solo servían para purificar las impurezas, sino también como santuarios terapéuticos para los enfermos, purificando el cuerpo y el espíritu. Los temazcales aún están disponibles en diversos centros de relajación.

Desde sus tranquilas vistas al lago hasta su mercado de artesanías, este Pueblo Mágico cautiva a los visitantes con una combinación de belleza natural y riqueza cultural. Mientras Acatitlán evoluciona hacia un próspero centro residencial, invita a los inversionistas a adquirir un pedazo de paraíso entre los paisajes naturales de Valle de Bravo.

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