Otorgan la llave de la ciudad a imagen de la virgen en Zacatecas
Este acto pone nuevamente en el centro del debate la relación entre el gobierno y la religión en México, un país cuyo marco legal establece la separación estricta entre ambas esferas.
Zacatecas.– La reciente entrega simbólica de las llaves de la ciudad de Guadalupe, Zacatecas, a la Virgen de Guadalupe, conocida como La Preladita, ha generado críticas por parte de ciudadanos y figuras públicas, quienes consideran que el acto viola la separación entre la Iglesia y el Estado.
El evento, que tuvo lugar la noche del domingo en un templo católico, estuvo encabezado por Sara Hernández, esposa del gobernador David Monreal Ávila, y Rocío Hernández, esposa del alcalde de Guadalupe, José Saldívar García. Ambas participaron en una sesión de cabildo dentro de la iglesia del convento franciscano, ubicada frente al jardín Benito Juárez, donde se colocaron sillas para regidores morenistas y panistas.
Críticas en redes sociales y por expertos locales
El acto fue presentado por el gobierno municipal como una ceremonia que combinó elementos civiles y religiosos, y según un comunicado oficial, respetó “el marco constitucional”. Sin embargo, ciudadanos y analistas han expresado su rechazo en redes sociales:
- Mario Luis Molina Contreras, usuario de redes, calificó el acto como “el colmo del absurdo”, destacando la incompatibilidad de un gobierno laico con la entrega de llaves a una figura religiosa.
- Víctor Manuel Ramos Colliere, ex cronista de Guadalupe, afirmó que esta acción violó el protocolo reglamentario, ya que las llaves de la ciudad deben ser entregadas en una sesión solemne de cabildo con la presencia de todos los integrantes del ayuntamiento y el alcalde en funciones. Ramos señaló que la entrega, realizada por la esposa del edil, carece de validez legal y se asemeja más a un acto religioso que a uno cívico.
La Preladita y su significado
La Preladita, una imagen de la Virgen de Guadalupe de unos 90 centímetros de altura, es venerada en el convento franciscano y es llevada cada año en procesión desde la catedral de Zacatecas, ubicada a 10 kilómetros de distancia. El gobierno municipal justificó la ceremonia señalando que se realizó “por un Guadalupe de paz y bien”.
No obstante, esta conjunción de lo religioso y lo civil ha sido vista por muchos como una infracción al principio constitucional de laicidad. Ramos Colliere concluyó que el acto, al no seguir los procedimientos oficiales, terminó siendo “un exvoto o milagrito” ofrecido por las esposas del gobernador y el alcalde.
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El debate sobre la laicidad
Este incidente pone nuevamente en el centro del debate la relación entre el gobierno y la religión en México, un país cuyo marco legal establece la separación estricta entre ambas esferas. La polémica continúa en redes sociales, donde se cuestiona si este tipo de actos afectan la institucionalidad del Estado.
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