Testigo revela cómo entrenan en rancho Izaguirre y los distribuyen “de élite a carne de cañón”
El joven cuenta desde el contacto y lo qué sucede dentro del lugar que ha inquietado por los hallazgos en él.

TEUCHITLÁN, Jalisco.- — La revelación del centro de adiestramiento del crimen organizado en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, provocó una condena pública inmediata.
Tras el hallazgo de la finca, más jóvenes han decidido contar sus experiencias en ese lugar, desafiando el miedo y la omertà impuesta por los cárteles.
Uno de ellos es “José”, quien decidió compartir con Reforma su testimonio sobre el mes y una semana que pasó en ese sitio, entre agosto y septiembre de 2024.

Formó parte de uno de los últimos grupos en llegar antes de que las autoridades irrumpieran en el lugar.
Así reclutaron a José
Según relata, los reclutadores utilizan redes sociales como TikTok y Facebook, además de contactos personales, para atraer a los jóvenes con falsas ofertas de empleo. El primer requisito fue enviar una fotografía de su identificación para verificar su edad.
Cuando ya se aseguran de quién eres, te hacen que mandes un video, en el que debes decir ‘hola, yo soy tal y voy a trabajar en la empresa de las Cuatro Letras y nadie me está obligando y voy de parte de tal’”, explicó “José”.

Los reclutadores, según su testimonio, recibían una comisión por cada nuevo integrante.
Tras ser aceptado, se pactó una cita con la persona que lo invitó. El encuentro tuvo lugar en las inmediaciones de la Nueva Central de Autobuses.
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¿Cómo llegó hasta el rancho en Teuchitlán?
Un hombre a bordo de un taxi de plataforma lo recogió y le permitió enviar un último mensaje a su familia antes de quitarle el teléfono.
El trayecto hasta el rancho se realizó en varias etapas: primero, un traslado a un punto intermedio donde fue recogido por otro vehículo; luego, una visita a un supuesto consultorio médico, donde fue sometido a un examen físico, incluyendo una revisión para descartar que llevara drogas o armas.

Finalmente, llegó al rancho conocido como “La Escuelita”.
¿Qué pasó al llegar al rancho Izaguirre?
A su llegada, “José” fue sometido a una exhaustiva entrevista en la que le preguntaron dónde vivía, quién lo había reclutado y si sabía exactamente a qué venía.
Luego de responder, le ofrecieron comida, pues no había comido en todo el día. Después de eso, le ordenaron descansar.
Antes de dormir, le quitaron sus pertenencias, sumándolas a un montón de zapatos y ropa usada. Muchos de los nuevos reclutas llegaban sin nada, algunos escapaban de la Policía o habían vivido en las calles.

“José” aseguró que la cantidad de ropa encontrada por la Fiscalía era apenas una fracción de lo que había en el rancho cuando él estuvo allí.

El Entrenamiento: Fábrica de Sicarios
Desde el segundo día comenzó el entrenamiento. “José” explicó que su “comandante” intentaba generar lazos con los reclutas, llamándolos “hijos” para fomentar lealtad.
El día iniciaba temprano con cuatro horas de ejercicio intenso antes del desayuno. Estima que había alrededor de 210 jóvenes en el campamento.
Luego entrenábamos: posiciones, armar y desarmar armas, filas, ascenso y descenso de vehículos ya armados”, cuenta.

Durante un mes, el aprendizaje se centraba en el uso de armas y la movilidad en combate.
Por su participación, recibió un pago de 3 mil pesos semanales y acceso a una pequeña tienda dentro del rancho.
Distribuyen a los reclutas: Ser de élite o Ser Carne de Cañón
Al concluir el mes de capacitación, los reclutas participaron en una semana de simulacros de batalla con pistolas de gotcha. El entrenamiento se realizaba desnudos, con la única posibilidad de cubrirse el rostro.
Según “José”, esta fase servía para seleccionar a los mejores. Aquellos que recibían menos marcas de pintura eran considerados más aptos para misiones de alto nivel. La prueba definitiva consistía en una competencia de tiro real: cinco disparos con arma larga y cinco con pistola.
Los más diestros eran asignados a grupos de élite; los menos aptos eran enviados a Zacatecas, donde servirían como carne de cañón.
A pesar de lo brutal del entrenamiento, “José” afirma que ninguno de los reclutas de su grupo fue asesinado en el rancho.
Sin embargo, recuerda a un joven que falleció de un infarto debido a su adicción a las drogas.

Fue testigo de cómo su cadáver fue cremado en las mismas instalaciones. Confirmó la existencia de cremaciones clandestinas, aunque aseguró que no se realizaban con los propios reclutas.
José rompe el silencio tras revelaciones en el rancho
El testimonio de “José” es apenas uno de muchos que comienzan a salir a la luz tras el descubrimiento de “La Escuelita”.
El miedo que antes silenciaba a los sobrevivientes se disipa con la exposición de la realidad dentro de estos centros de adiestramiento del crimen organizado.
Las autoridades han intervenido, pero la red de reclutamiento sigue operando en redes sociales y entre comunidades vulnerables.
Mientras “José” y otros como él deciden hablar, queda la pregunta: ¿será suficiente para evitar que más jóvenes sean atrapados en esta maquinaria de violencia?
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