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Crisis de agua en la frontera: México busca evitar represalias de EEUU en medio de sequía histórica

La secretaria de Agricultura de Texas, Brooke Rollins, acusó a México de “diezmar a nuestros agricultores mientras hacen crecer su industria agrícola”.

Crisis de agua en la frontera: México busca evitar represalias de EEUU en medio de sequía histórica

Ciudad de México. — En medio de una creciente presión por parte de Estados Unidos, el gobierno de México ha acelerado los planes para cumplir con su compromiso de entrega de agua bajo el Tratado de Aguas de 1944, ante el temor de que el expresidente Donald Trump utilice el tema como un punto de presión en las negociaciones comerciales bilaterales.

Según el tratado, México debe enviar 1.75 millones de acres-pie de agua cada cinco años desde el Río Bravo (Río Grande), pero hasta ahora ha entregado menos del 40%, lo que ha encendido alarmas tanto en Texas como dentro del propio país. La fecha límite para cumplir con el actual ciclo quinquenal es octubre de 2025.

Presiones políticas en ambos lados de la frontera

La situación se ha politizado, especialmente tras declaraciones del senador Ted Cruz, quien aseguró que con Trump nuevamente al mando “ignorar el tratado ya no será una opción para México”. A esto se suman advertencias de represalias comerciales, como aranceles, si el gobierno mexicano no acelera los envíos.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha reconocido que la sequía histórica que atraviesa el país ha dificultado cumplir con las entregas, pero insiste en que se está trabajando con EEUU para cumplir el tratado “poco a poco”.

“Las expectativas de Estados Unidos deben basarse en la realidad. No podemos entregar agua que no existe”, afirmó una fuente del gobierno mexicano.

Conflicto interno: resistencia desde el norte

El gobierno federal ahora evalúa aplicar una controvertida enmienda introducida en 2023 que le otorga autoridad para tomar agua directamente de los estados fronterizos del norte —Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila— sin necesidad de su consentimiento en caso de emergencia.

Esta medida ha desatado una tormenta política interna. Agricultores, legisladores y autoridades estatales han protestado, advirtiendo que los sectores agrícola y ganadero ya están severamente afectados por la falta de agua.

“Ahorita para Chihuahua entregar agua es morir”, declaró el senador Mario Vázquez (PAN).

En 2020, la tensión por este tema llevó a un enfrentamiento en la presa La Boquilla, donde un manifestante murió durante un choque con la Guardia Nacional. Este episodio aún está fresco en la memoria colectiva del norte del país.

Situación crítica y riesgo de conflicto diplomático

Estados Unidos, por su parte, cumple con su obligación de entregar 1.5 millones de acres-pie de agua del Río Colorado a México, aunque también ha reducido el suministro debido a la sequía. No obstante, la asimetría en el cumplimiento del tratado ha generado resentimiento, particularmente entre los agricultores tejanos, quienes alegan que el incumplimiento mexicano perjudica gravemente sus cultivos.

La secretaria de Agricultura de Texas, Brooke Rollins, acusó a México de “diezmar a nuestros agricultores mientras hacen crecer su industria agrícola”.

Mientras tanto, el gobierno mexicano trabaja contra reloj para aumentar las entregas de agua a Estados Unidos, con el objetivo de evitar que el tema escale a un conflicto comercial en el marco del T-MEC. Hasta ahora, ha enviado 122 mil acres-pie y planea otros 81 mil, lo que aún dejaría un déficit significativo.

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Una crisis estructural

Expertos como Vianey Rueda, investigadora de la Universidad de Michigan, advierten que el Tratado de 1944 nunca contempló el cambio climático ni el crecimiento industrial a ambos lados de la frontera. Las sequías recurrentes, la sobreexplotación agrícola y una infraestructura hídrica inadecuada en México han llevado a esta situación crítica.

“Hay presión para seguir cumpliendo un tratado, pero en realidad no hay agua para cumplirlo”, remarcó Rueda.

Con las negociaciones en curso y las tensiones aumentando, tanto internas como con Washington, México enfrenta una encrucijada delicada: cumplir con sus compromisos sin desatar una crisis agrícola nacional ni profundizar la confrontación diplomática con EEUU bajo la influencia de Trump.

El desenlace de esta situación no solo tendrá consecuencias hídricas, sino que también podría influir directamente en la relación comercial y política entre ambas naciones en los próximos meses.

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