¿El estrés te aumenta o te quita el hambre? Esta es la razón
Una de las formas más comunes de lidiar con el estrés es a través de la comida, aunque no todos reaccionan igual.
México.- El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que percibimos como amenazantes o desafiantes. Se puede clasificar en dos tipos principales: el estrés agudo, que surge de forma repentina ante un peligro inmediato, y el estrés crónico, que se prolonga en el tiempo por problemas persistentes como conflictos familiares o dificultades económicas.
Aunque esta respuesta biológica es útil a corto plazo, su permanencia puede tener efectos negativos sobre la salud física y mental, según el portal web El Economista.
Una de las formas más comunes de lidiar con el estrés es a través de la comida, aunque no todos reaccionan igual. Estudios indican que entre el 35 y el 40 % de las personas tienden a comer más cuando están estresadas, mientras que el resto reduce su ingesta o la mantiene estable.
Esta diferencia puede estar relacionada con la manera en que el cuerpo maneja ciertas hormonas como la adrenalina, que reduce el apetito en el caso del estrés agudo, o el cortisol, que en situaciones crónicas puede provocar tanto aumento como disminución del hambre.
¿A qué se debe?
También influye la historia personal y emocional de cada individuo. Muchas personas que comen más durante el estrés buscan alimentos ricos en grasas y azúcares, lo que activa los centros de recompensa del cerebro.
Esto puede convertirse en un patrón repetitivo, en el que la comida se usa como un medio para calmar la ansiedad, generando un ciclo difícil de romper y que puede afectar el estado de ánimo y la salud general.
Desde una perspectiva evolutiva, esta tendencia podría tener sentido. Nuestros antepasados comían en exceso cuando había alimento disponible, como una forma de prepararse para tiempos de escasez.
Sin embargo, en la actualidad, donde el acceso a comida hipercalórica es constante, esta conducta puede resultar perjudicial.
Además, se ha observado que durante la pubertad algunas personas desarrollan lo que se conoce como “alimentación emocional”, es decir, comer como respuesta a las emociones y no al hambre real.
Por todo esto, comprender cómo el estrés afecta la alimentación es clave para fomentar hábitos saludables. Además de los factores hormonales y biológicos, es fundamental aprender a gestionar las emociones de forma adecuada.
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Promover estrategias de afrontamiento saludables puede ayudar a prevenir problemas de peso, trastornos metabólicos y emocionales relacionados con una mala relación entre el estrés y la comida.