Coronavirus en México: "El grupo Slim le tiró un salvavidas al gobierno financiando la vacuna de AstraZeneca y Oxford"
BBC Mundo entrevista a un experto de la universidad estadounidense Johns Hopkins para conocer por qué en México las muertes por covid-19 no disminuyen marcadamente, si algo falló en su estrategia y cómo le beneficiará participar en la producción de la nueva vacuna.
Solo horas después de que México conociera esperanzado que será parte del proceso que planea hacer llegar en 2021 la vacuna contra la covid-19 a América Latina, el país superaba la cifra de 500.000 contagios.
Con más de 55.000 fallecidos, México es el tercer país del mundo con más muertes por coronavirus. Su tasa de mortalidad es la cuarta más alta de América Latina por detrás de la de Perú, Chile y Brasil.
El gobierno asegura que en las últimas semanas se muestra una tendencia a la baja de la enfermedad.
Cuando BBC Mundo entrevistó en julio al subsecretario de Salud mexicano, Hugo López Gatell, afirmó que se podía hablar de éxito en la estrategia de las autoridades por haber logrado la meta que se propusieron: "que nadie se muera por no recibir atención médica".
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Sin embargo, cinco meses y medio después de confirmarse el primer caso en el país, se siguen reportando cientos de nuevas muertes (más de 650 diarias como promedio en lo que va de agosto) y, algunos días del mes, México llegó a ser líder mundial de defunciones por millón de habitantes.
Todo esto provoca dudas e incertidumbre en parte de la población, que se pregunta cuándo bajará por fin de manera sostenida la curva de casos y si esto se debe o no a un fallo en la actuación del gobierno.
BBC Mundo habló sobre estas cuestiones con Francisco González, profesor de Política Latinoamericana de la Universidad Johns Hopkins de EE.UU., referencia mundial en el monitoreo y estadísticas de la pandemia.
El experto mexicano, involucrado en el análisis y diagnóstico para este centro de la emergencia en América Latina, califica de "muy deficiente" el manejo de la epidemia por parte del gobierno de su país, pero cree que su implicación en el proyecto de la nueva vacuna podría permitirle dar un giro a su estrategia.
¿Por qué en México llevamos tantas semanas viendo cifras tan altas de contagios y muertes por covid-19 que no acaban de disminuir de manera pronunciada?
Hay que diferenciar lo que pasa en las Américas de lo que pasó en regiones como Europa.
En América Latina, en efecto, ese pico aparentemente no llega y no da paso a un descenso claro en las tasas de infección y mortalidad.
Un motivo es que, en nuestra región, la mayoría de población vive en condiciones socieconómicas precarias y la desigualdad es mucho mayor que en Europa, Japón o Corea del Sur.
Esto obliga a salir a trabajar para ganar dinero a mucha gente que, aparentemente, entiende el riesgo de que puede contagiarse si sale de casa.
Otro factor son las comorbilidades, que en el caso de México es muy claro: las tasas de obesidad, diabetes e hipertensión son muy altas.
Quienes llegan al hospital con esas características y covid-19, tienen dos o tres veces más posibilidades de ser un caso grave o incluso mortal.
Y el tercero sería los años de subinversión en el sistema de salud pública que siguieron a la crisis financiera que hizo venirse abajo a la región a partir de los años 80.
Y, teniendo en cuenta esos factores ya existentes en la sociedad ¿cómo evalúa la estrategia del gobierno de México frente a la epidemia?
A México, como a Brasil y Estados Unidos, les está yendo igual de mal por la ausencia de un liderazgo político efectivo, que inicia en los propios presidentes.
Cuando López Obrador, Trump o Bolsonaro se burlaron de la pandemia y la menospreciaron, cuando siguen enviando mensajes contradictorios sobre la virulencia de la misma… no es posible que la sociedad responda y haga lo que se requiere durante la epidemia.
Es tan fácil como preguntarse: "¿Está usando cubrebocas el líder?".
Tanto AMLO (como se conoce a Andrés Manuel López Obrador) como Trump y Bolsonaro se rehúsan, y aquí es como los padres con sus hijos: los ciudadanos actúan y aprenden por ejemplo de lo que ven. El liderazgo empieza por la conducta del líder.
No hay duda de que cuando se escriba la historia de la pandemia, liderazgos como los de AMLO, Trump y Bolsonaro se destacarán como lo que no se debería haber hecho.
Pero el gobierno dice que, precisamente, su objetivo era alargar la epidemia para que no hubiera aumentos de casos tan pronunciados como en Europa y se saturaran los hospitales, algo que asegura ha conseguido evitar.
Esa idea de "administrar" una epidemia me parece un concepto escandaloso. Si a una epidemia no se le cerca, si no se le acorrala lo más posible, termina fuera de control.
Así que esa idea no solo no es efectiva, sino que es una justificación patética en lugar de hacer lo que hicieron otros como Corea del Sur, Japón o Canadá, donde lo tienen controlado y nadie dice que se ha ganado la batalla o que se ha domado la epidemia, como en México, porque saben que puede haber mutaciones del virus.
Que en México vengan y digan "no, lo teníamos contemplado de antemano, queríamos administrar la epidemia poco a poco" ilustra el nivel y la ausencia de liderazgo efectivo.
¿Qué recomendaría entonces a las autoridades mexicanas?
La epidemia puede cambiar si se toman en cuenta medidas que deben ir acompañadas como en otros países de una capacidad para sancionar a los individuos que están violando la ley, poniéndose en peligro a ellos mismos y al resto de la sociedad.
En México no lo veo, pero en países como Francia o España la cuarentena iba en serio. La situación requiere que medidas como la distancia social o las cuarentenas no sean solo recomendaciones, sino obligatorias.
Pero los líderes de México, y de nuevo Brasil y EE.UU., no quieren asumir la responsabilidad de tomar decisiones impopulares.
Otros países empezaron muy mal, como China o Italia, pero remontaron gracias a medidas draconianas y a tomárselo en serio, a empezar la contención con pruebas masivas, identificación de positivos y aislamiento.
En efecto, México se ha diferenciado de otros países por no hacer obligatoria la cuarentena o imponer toque de queda, y por no cerrar las fronteras aéreas. También se distinguió en la primera fase por ser uno de los que menos pruebas de covid-19 realizaba.
Esas peculiaridades son parte sustancial de por qué el país está tan mal a día de hoy, son sinónimo de decisiones gravemente erradas.
La OMS habló desde el principio de lo fundamentales que eran las pruebas masivas.
Y no es excusa decir que un país con ingreso medio o medio-bajo como México no puede permitírselo. Claro que existen recursos si se hubiera reasignado gasto público ante una evaluación seria de la emergencia.
Eso fue el primer gran error.
Sobre cerrar aeropuertos, la mayoría de países lo hicieron casi como acto reflejo, pero en México no se interpretó bien la realidad.
Se hizo un diagnóstico de que cerrar podría ser muy grave, el presidente quería mantener la economía abierta para seguir generando ingreso.
Y eso se antepuso a la pandemia como prioridad número uno.
¿Cuáles son las previsiones de los epidemiólogos de Johns Hopkins respecto a la curva de casos en México?
La universidad es muy cautelosa cuando se trata de predicciones.
Lo que sí hemos visto es que cuando un país adopta medidas públicas duras, de precaución, la epidemia llega a meseta y las infecciones y muertes bajan. Cuando se suavizan las medidas, el virus crece.
En el caso de México, mientras no haya un cambio en la estrategia y continúe siendo más bien mediática, hablando del asunto pero sin cambiar cosas en la realidad, podemos esperar por lo menos que en los próximos meses se sumen tantos muertos como los acumulados ya hasta ahora.
Además, para México y todo el hemisferio norte ya hay proyecciones que muestran cómo el covid se va a juntar con la influenza estacional, época en la que aún se antoja prematuro que pueda haber vacuna.
Así que preparémonos para un invierno especialmente virulento.
¿Y el anuncio de que México y Argentina producirán y distribuirán para América Latina la vacuna de AstraZeneca y Oxford gracias a la financiación de la Fundación Carlos Slim? ¿No es una buena noticia para el país?
Fue un anuncio, sin lugar a dudas, importante e inesperado. Que el grupo de Carlos Slim le apueste al tema de la vacuna fue una sorpresa positiva.
Sin duda, es un gol a favor de Slim, de México y, por lo tanto, también para el gobierno de López Obrador, con quien el millonario tiene una asociación informal desde hace muchísimos años, cuando AMLO era jefe de gobierno del Distrito Federal (2000-2005).
Slim participa comprando y financiando, por lo que de alguna manera, México tendrá prioridad con las vacunas.
El mensaje no puede ser más claro: Slim está dando un espaldarazo y empujando hacia arriba a AMLO, porque su gobierno no tiene el capital ni las relaciones para hacer lo que Slim va a hacer.
Las malas decisiones empujaban abajo al presidente. Esto le da oxígeno que había perdido ante un número de malas decisiones desde que se declaró la pandemia y podría ayudar a darle la vuelta y empezar con una página en limpio.
El grupo Slim le tiró un salvavidas al gobierno mexicano.
¿Cuál cree que ha sido el mayor fallo y el mayor acierto de la táctica de México frente al coronavirus?
En general, el manejo de la epidemia del gobierno de México ha sido muy deficiente.
Ha sido reacio a cambiar su postura pese a haber evidencia de que lo que se está haciendo es erróneo. No ha querido aceptar esos errores iniciales y admitirlos en público para cambiar.
No quieren que el gobierno se vea sin brújula, perdido, porque así es como inició la respuesta y así ha seguido.
Entonces no hay hasta el momento puntos positivos que darles, algo que me encantaría porque se trata de mi país.
Pero no, hasta el momento se ha visto como una estrategia deficiente y politizada, por lo que se está jugando con la vida de miles de personas.
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