Javier Aznarez, un ilustrador español en la corte de Wes Anderson
Un filme que llega este viernes a las salas españolas y que es el ejemplo más sofisticado de la pasión por la estética del director estadounidense.
Madrid.- Empezó por unos dibujos y acabó haciendo el cartel de la película y hasta la animación del vídeo de la versión de "Aline" de Jarvis Cocker. El ilustrador español Javier Aznarez ha entrado a lo grande en el mundo colorista de Wes Anderson con su trabajo en "La crónica francesa".
Un filme que llega este viernes a las salas españolas y que es el ejemplo más sofisticado de la pasión por la estética del director estadounidense, que ha dotado a toda la historia de una pátina de cómic vintage, empezando por su división en historietas.
Lleno de nombres conocidos -Timothée Chalamet, Benicio del Toro, Tilda Swinton, Adrien Brody, Owen Wilson, Bill Murray, Léa Seydoux, Frances McDormand, Edward Norton, Elisabeth Moss, Saoirse Ronan o Christoph Waltz-, la preciosista estética de Anderson ha saltado en esta ocasión más allá de la pantalla.
La composición de la película
Para poder contar las cuatro historias que componen la película y que parten de la redacción de una revista, "The French Dispatch" ("La crónica francesa"), el realizador no ha escatimado en detalles.
Y uno de los más importantes era crear físicamente esa revista cuyas historias componen la película. Así que necesitaba un ilustrador que creara las portadas y lo encontró en Aznarez, que ha realizado un trabajo a medio camino entre las cubiertas de The New Yorker y los clásicos tebeos españoles.
Ha sido muy intenso, una locura, un efecto bola de nieve que empezó con pocos dibujos, luego el póster y hasta la animación del vídeo de 'Aline', el colofón a un proyecto muy especial"
Explica Aznarez
Fue en Cadaqués (Girona), donde vive y trabaja, donde conoció a Octavia Peissel, que veranea en la zona y que es la productora de los filmes de Anderson desde hace una década. Ella le propuso el trabajo y tras pasar unas pruebas, fue el elegido.
La historia y la Historia
Al principio, recuerda, le dieron muy poca información, apenas dónde y cuándo estaba ambientada la historia -en la ficticia ciudad francesa de Ennui-sur-Blasé (literalmente Aburrimiento sobre Hastío) en distintos momentos del siglo XX-.
Una película que es una carta de amor del director al periodismo y a Francia, donde reside desde hace años, y que está compuesta por tres historias: "La obra maestra de cemento", una crítica al mundo del arte; "Revisiones de un manifiesto", una particular visión de Mayo del 68, y "El comedor privado del comisario de policía", suspense con toques de surrealismo aportados por el cómic.
Y una cuarta parte que es la redacción de la revista desde la que se cuentan las historias y que está a punto de desaparecer.
A Aznarez le dejaron mucha libertad para idear la portada de la revista, fue proponiendo ideas y según avanzaba el proyecto crecía su participación. Se encargó de los créditos, más portadas, el póster y el videoclip.
"Al principio hablábamos todos los días (con Wes Anderson), pasé dos semanas en el rodaje dibujando algunos decorados y la mano de Jason Schwartzman (el humorista gráfico de la revista) es mi mano, fue algo muy especial", relata Aznarez.
Cambio de elementos
Un trabajo en el que tuvo que abandonar su habitual técnica manual para usar el diseño digital. Era la única forma de introducir los continuos cambios y los numerosos elementos que tenía cada dibujo. Y aunque está satisfecho con el resultado, sigue prefiriendo el riesgo de dibujar con tinta china.
Pero este era un proyecto muy diferente a lo que suele hacer y ha tenido que adaptar su forma de trabajo. Su inspiración siempre sale "de la vida cotidiana, de lo absurdo de lo humano" e intenta dar una vuelta a las cosas sencillas, como hacía Quino, a quien admiraba mucho. Pero en el caso de "La crónica francesa", el mundo de Wes Anderson, tan especial y divertido, marcó mucho su trabajo.
Han sido tres años muy intensos y ahora empieza a darse cuenta de la repercusión de este trabajo, de la exposición pública que supone colaborar con Anderson, pero el ilustrador sigue encerrado en su estudio de Cadaqués esperando a que todo pase.
Aunque sí le gustaría que ese reconocimiento que está teniendo su trabajo internacionalmente se traduzca en una mayor atención en España al mundo del dibujo y del cómic.
Pone como ejemplo el caso de Francia, donde la ilustración está considerada como un arte, y lamenta que con la cantidad de increíbles dibujantes que hay en España, tengan más prestigio fuera que en nuestro país.
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