Posadas navideñas afrontan el alza de precios en los productos típicos
La emblemática celebración de las posadas en México enfrenta obstáculos económicos y generacionales este año
Ciudad de México.- Las posadas mexicanas, una de las celebraciones más emblemáticas de la cultura navideña del país, se enfrentan este año a dos desafíos: el aumento de los precios de los productos típicos y el interés de las nuevas generaciones.
Así lo reflejan los testimonios de comerciantes y clientes del Mercado de Jamaica, uno de los más populares de la Ciudad de México, donde se pueden encontrar los artículos indispensables para las posadas, como las piñatas, los camarones y el romerito.
Las posadas son una representación del peregrinaje de José y María en busca de un lugar donde nacer Jesús, y se realizan desde el 16 hasta el 24 de diciembre. Al finalizar el recorrido, se rompen piñatas, se cantan villancicos y se degustan platillos típicos.
Sin embargo, esta tradición se ha visto afectada por la inflación, que según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se situó en el 4,3 % anual en noviembre.
Este año, se subió la piñata enormemente. La de tamaño estándar, el año pasado estuvo en 80 pesos mexicanos (unos 5 dólares) y ahorita está en 120 (7 dólares)”, relata Armando Tejas, un comerciante que vende piñatas artesanales.
Tejas señala que este aumento ya existía antes, pero el deseo de reencontrarse con la familia y los amigos después de la pandemia evitó que se convirtiese en una bajada de las compras.
Sol Alanís, otra vendedora de piñatas, coincide en que la demanda ha bajado un poco este año, y lo atribuye a la crisis sanitaria provocada por la covid-19.
“Me imagino que fue por la covid. Dos años atrás, el auge fue más porque la gente estuvo encerrada, empezó a salir y la venta subió más y ahorita como que ya no está tanto en alto”, explica Alanís.
Martha Baeza, una clienta que acude al mercado a comprar los ingredientes para preparar una posada familiar, reconoce que los precios están más altos, pero asegura que eso no le impide mantener la tradición.
Juan Leal, otro comprador, coincide con Baeza y dice que las posadas son una forma de expresar la alegría y la solidaridad de los mexicanos, sobre todo en tiempos difíciles.
“A los mexicanos siempre nos gusta estar de fiesta, entonces aunque los precios estén más caros buscamos hacer la fiesta”, afirma Juan.
Javier, un vendedor de romerito, un platillo a base de una hierba silvestre que se acompaña con mole y camarones, indica que el precio de este producto no ha variado mucho, ya que depende de las condiciones climáticas.
Con respecto a lo que vendemos, no he notado tanto (un incremento de los precios) porque esto varía por los climas y, como no ha caído hielo, se ha mantenido así”, comenta Javier.
Las posadas mexicanas son una tradición que se remonta a la época colonial, cuando los españoles adaptaron una costumbre indígena de celebrar el solsticio de invierno. A pesar de los retos que enfrentan, siguen siendo una expresión de la cultura y la fe de los mexicanos.
El desafío de transmitir la celebración a la juventud
Distintos comerciantes notan cómo las ventas caen al llegar nuevas generaciones, ya que creen que la juventud no celebra las posadas como sus antecesores. La tradición, surgida tras la conquista española, representa la travesía de la Virgen María y José en busca de hospedaje. Actualmente, muchas posadas dejan de lado su cariz religioso para ser encuentros entre familiares y amigos.
Catalina Bernal, vendedora de mole y camarones, está convencida de que la gente joven "no prepara tanto para reunirse".
Es algo que comparte Verónica, dependienta de un puesto de velas y folletos con letanías: "Se están perdiendo las tradiciones que la gente adulta está acostumbrada a realizar, como que no es con el mismo fervor".
La juventud, en cambio, no lo ve así; si bien son conscientes de los cambios de hábitos, se siguen sintiendo apelados por la tradición y sus rituales.
Todo es un ciclo y las tradiciones creo que regresan. Hay gente joven que se inspira en lo que hicieron sus padres o sus tíos", afirma el joven Pichi, que carga una piñata que llevará al trabajo.
Mila, que está comprando regalos junto a sus primos para una posada familiar, asegura riendo que quien la organiza son miembros "relativamente jóvenes" de la familia, por lo que opina que el gusto por las tradiciones "depende de la persona".
Finalmente, Pichi lanza un mensaje para quienes eligieron quedarse en casa y no celebrar una posada: "No nos quita nada voltear un poquito para atrás, que se comparta y que siga vivo".
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