Deciden hoy futuro de Presidente de Brasil
El presidente de Brasil, Michel Temer, enfrenta hoy en el Congreso del país la votación que decidirá si se le levanta la inmunidad para que la Corte Suprema juzgue las denuncias formuladas en su contra.
Éstas son algunas claves para entender por qué se prevé que Temer permanezca en el cargo y por qué la crisis institucional está lejos de terminar.
as denuncias
El ex fiscal general Rodrigo Janot presentó dos cargos contra Temer: Asociación criminal y obstrucción a la Justicia. En junio, Janot ya había denunciado al mandatario por corrupción pasiva, lavado de activos y asociación criminal.
Las dos denuncias, la de junio y la de ahora, están vinculadas con el escándalo de corrupción "Lava Jato".
Las acusaciones se basan en esencia en denuncias de que Temer se benefició durante años del pago de sobornos a su partido, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, derecha).
Qué sigue?
Para que Temer pueda ser juzgado se necesita el aval de la Corte Suprema. Janot presentó por eso la denuncia ante el máximo tribunal del país. Adicionalmente es necesario que el Congreso levante la inmunidad de Temer, al ser un jefe de Estado en ejercicio.
Es muy improbable que la Cámara deje caer a Temer. Para eso se necesitan los apoyos de dos tercios de los 513 diputados y el presidente sigue teniendo una clara mayoría.
Otro factor que podría favorecer a Temer es que Janot terminó su mandato como Fiscal General el 17 de septiembre.
La sucesora de Janot es Raquel Dodge, designada por Temer como está previsto por ley.
Muchos observadores están por eso pendientes de cómo procederá Dodge en los casos contra Temer.
LavaJato"
El caso "Lava Jato" empezó en 2014 y desde entonces ha hecho trizas la imagen de la clase política brasileña, revelando la existencia de un sistema institucionalizado de hacer política en contubernio con empresas que pagaban suculentos sobornos para tener un acceso privilegiado a los recursos del Estado. No se salva casi nadie.
Acusados están el celebrado ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, también su sucesora Dilma Rousseff, ambos del izquierdista Partido de los Trabajadores, y decenas de diputados con mandatos en vigor, ministros, ex ministros y ex gobernadores.
Los escándalos han disparado el hartazgo y el descontento de la población. Según una encuesta reciente, el 94 por ciento de los brasileños no se siente representado por sus políticos. En algunas protestas se han visto carteles que piden el regreso de la dictadura militar (1964-1985).
También las encuestas para las presidenciales de 2018 inquietan a muchos: El favorito, con un 30 por ciento de los apoyos, es Lula, que quiere volver a ser candidato tras haber sido condenado ya a nueve años y medio de cárcel en primera instancia. Pero la confirmación de esa condena podría mandar a Lula a prisión o al menos sacarlo de la carrera electoral con una inhabilitación.
El segundo lugar de varios sondeos lo ocupa el líder de derecha populista Jair Bolsonaro, calificado a menudo como el "Donald Trump brasileño". Bolsonaro ha elogiado en varias ocasiones al antiguo régimen militar.
Por su parte, Temer tiene una imagen positiva de entre el tres y el 5%, según las últimas encuestas. Es la peor imagen de un presidente brasileño desde la vuelta de la democracia en 1985.